lunes, 2 de diciembre de 2013

QUINTA CARRERA: FENEXY RACE VILANOVA 10k.


¡¡Que lujo!! En esta carrera, mi entrenador @FerRun62, me iba a acompañar. Correr al lado de un corredor de ultra maratones de montaña, una cursa de 10 km, no lo puede decir todo el mundo. Y menos un exsedentario como yo. Pues sí, sí, me dijo que me acompañaría… Claro, saldríamos juntos, él, haría su tiempo, daría la vuelta hasta encontrarme, me acompañaría en mis últimos kilómetros y entraríamos los dos a meta. Como el que va a buscar el pan a la esquina y te dice: “Tú ves haciendo, que yo, corro los 10 km en 38 minutos, vuelvo para atrás y por el camino te cuento un par de chistes”. ¡Una fiera, oiga! A todo esto, para no coger frio, que hacía mucho, no se le ocurre otra cosa que quedar el primero de su categoría y subir a pódium… ¡Diossss como lo admiro!

Bueno, a lo que íbamos. También nos acompañan su señora esposa, un beso Tensi, y mi “Cherleader” privada, Encarni, la de las fotos, la que me prometió hacer un curso de fotografía, para sacarme entrando en meta con los brazos en alto, como mi hijo, en primer plano, con el tiempo del crono encima de mi cabeza y todas esas cosas… ¡Ay, madre mía! Como no le page un curso de Photoshop y haga un cortar y pegar de mi imagen…no hay foto de meta.

Mi oferta para Fernando es la siguiente: Haz tu carrera, esperarme los tres en meta y me sacas un video.

Ya veremos.

Se acerca la hora, mogollón de corredores. Conozco a otro Runner, que entrena con mi club RunandFit, Vicente. Con intención de hacer 40 o 42 minutos. Creo que lo consiguió. Y a Jordi S., marido de una seguidora mía del blog, a través de Fernando. Corría su hijo, que por lo visto, hizo un tiempazo. Lástima no haberte podido saludar Rosa, me hubiera gustado agradecerte todos los ánimos que me das a través del Facebook de Ferran, esos comentarios son también un pilar importante en mi lucha contra los kilos. Gracias.

Nos cambiamos de ropa con un frio polar, y empezamos a calentar. El míster, lleva un Garmin, esos relojes tan buenos que te marcan todos los datos de las carreras, y durante los trotes me llama la atención diciéndome que voy muy deprisa. Lo intento, pero vuelvo a acelerarme otra vez. —Baja el ritmo— me insiste— tienes que ir la primera vuelta a 6’/km, para en la segunda, apretar y darlo todo hasta el final.

Pero me doy cuenta, de que en ese ritmo, es en el que voy cómodo. Así que, por dentro pienso en ir a esa velocidad, para hacer un buen tiempo, je, je, je.

Ya quedan pocos minutos, él se separa de mí para calentar con más intensidad y yo quedo atrás a mi rollo.

Ya no le vi más.

Salida.

Qué carrera más guapa. Dos vueltas a un circuito de 5km en el paseo marítimo de Vilanova y la Geltrú, con salida y llegada al puerto. Con el frio que hacía y había muchísima gente animando. Eso es de agradecer porque, aunque vengan a animar a familiares o amigos, uno siempre pilla algo. Para nada se me hizo pesada.

Buenos consejos de mi “Míster”, con respecto a la respiración, si puedo hablar, voy muy despacio, si no puedo hablar llevo un buen ritmo, pero lento, si jadeo haré un buen tiempo, si jadeo como un perro y me cuesta tragar, regula que la cagas…que Garmin ni Garmin, ni pulsómetro ni leches, la respiración es la que manda.

Hasta 5 veces nuestras seguidoras incondicionales, llegaron a vernos y grabar un video. “Tú, que bien, hoy si hay foto de meta”. Pensaba yo… Que inocente.

Durante toda la carrera, regulé con precisión la velocidad, como he dicho, a través de la respiración. Que me costaba respirar, bajaba el ritmo. Me recuperaba, volvía a apretar, y así los 10 kilómetros, pin pan, pin pan, pin pan. Consciente de que si me excedía, no la podría acabar entera, sin parar.

Y a pocos metros de la meta, empiezo a ver el cronómetro gigante de llegada. Aunque, no lo distingo muy bien, me imagino, que bajaré de 52 minutos… Y cuando ya lo visualizo perfectamente, ¡Et voila! 51’ y pocos segundos, empiezo a gritar y a correr con todo lo que me quedaba en el tintero: “Bajo de 52, bajo de 52, otra más, otra más”. ¡Ostia que contento! Me emociono… Levanto los brazos e intento sonreír por debajo de las lágrimas de la emoción, para la foto, claro, y paso el arco en, 51’ y no sé cuántos segundos, casi 52… Lágrimas… Lo he conseguido otra vez… Que fuerte, este sedentario de más de 135 kilos, un “negao” para el deporte, que no le gusta ni el futbol, lo ha vuelto a conseguir, otra carrera más y con un tiempo excelente.

No puedo explicar toda la satisfacción que tengo, lo orgulloso que me siento, la explosión de alegría que me dio al entrar en meta, esas sensaciones, no puedo plasmarlas aquí como realmente las siento. Lo intento, pero creo que me quedo corto.

Con lágrimas en los ojos, busco a Tensi. ¿Y Encarni?, ¿Fernando…? ¿Dónde leches están? Miro hacia todos los lados, bajando lentamente los brazos, y sorbiéndome los mocos, del palmo de narices que se me está quedando, me doy cuenta de que, ni foto, ni video, ni abrazos, “ni na de na”. Estoy más solo que la una. Los flases que vi al entrar a meta no eran para mí.

Fernando buscándome por todo el circuito pensando que he abandonado, las chicas esperándome todavía en meta con la cámara en las manos y los dedos congelados, pensando que aun estaría lejos de llegar. Vuelvo para atrás y ahí están los tres, “bocabadats”, alucinados: —¿Cuándo has pasado?... Pensé que habías abandonado.

¡No nos hemos visto, manda huevos la cosa! Me abrazo a Fernando: “Míster qué coño voy a abandonar si he hecho 51 minutos”.

¡¡¡Menudo chou!!!

Correr a 5’14/km durante 51 minutos era impensable hace unos meses. Sin bajar el ritmo, controlando el esfuerzo a través de la respiración, manteniendo la cabeza fría para no pecar de emoción y consumir todas las fuerzas, antes de llegar a meta, esprintando en los últimos 100 metros para entrar a un ritmo de 4’30/km y acabar la carrera, más fresco que una rosa, eso, nadie que me conoce, hubiera apostado ni un duro por mi… Ni yo mismo, desde mi mismo interior.

El 15 de enero del 2013, 10 meses y 15 días antes de esta cursa, tuve mi primera salida. Estos son los datos:

-EJERCICIO: Caminar

-DISTANCIA: 4.30 km

-DURACION: 58 minutos

-SENSACIONES: La primera media hora muy dura, ritmo muy lento, dolor de espalda, me tuve que parar varias veces y sentarme en los bancos del camino, las tibias a punto de engarrotarse, me escocí los muslos, los dedos de los pies se me durmieron, y el muslo izquierdo se quedó sin sensibilidad, acartonado.

-MOTIVACION: La misma que en la carrera de Vilanova, 12 sobre 10.

-PESO: 135 kg




Los datos de las dos carreras, para mí, son igual de importantes. El mismo esfuerzo desde el principio del ejercicio hasta el final, la misma disciplina, empezar a un ritmo y no dejarlo, la misma perseverancia, no parar hasta la meta y por supuesto, la misma ambición, buscar otro “Mayor triunfo”. El primer día, fue acabar de andar el tiempo que me mandó mi entrenador, y en la carrera de Vilanova, no hacerle ni caso y bajar de los tiempos que teníamos previstos. Objetivo: bajar 1 o 2 minutos de la hora…

¡¡¡Toma del frasco carrasco!!! 51 minutos, Yeah!!!






Esta carrera me la dedico a mi mismo, toa pa mi. Toita toa.

miércoles, 16 de octubre de 2013

PROXIMO RETO: MEDIA MARATON, 21 KM.



“En la cocina, había un Croissant gigante relleno de nata. Se le salía por todos los lados. Blanca, rizada, cremosa, fresquita. Empecé por comerme la que se había resbalado por los bordes del croissant, hasta la encimera. Nada, pequeños toques con la punta del dedo. Cuando se acabó la nata de la encimera y ya solo se veía la de dentro de él, empecé a meter el dedito. Cada vez que pasaba por su lado, le metía, primero uno y más tarde dos dedos. Arrastraba más cantidad de nata de la que me cabía en la boca. Mi mujer, en el comedor. Yo, paseíto a la cocina, paseíto al comedor, para controlar que no me viera y buscando la forma de comérmelo entero, sin levantar sospechas.

Cuando se acabó la nata accesible desde fuera del maltratado croissant, comencé a arrancar trozos pequeños de diferentes sitios, intentando respetar la forma de este, para poder disimular al máximo. Pero en un momento dado, dejó de tener forma de luna creciente, y comencé a arrancar trozos más grandes, igual de grandes que las ansias por acabarlo.

Y por fin, tras convertirme en víctima de semejante paraíso del pecado, decido comérmelo entero, y acarrear con las consecuencias derivadas de tal acto de gula, avaricia y locura al que estaba siendo sometido. Pero, antes de llegar al final apoteósico deseado, coge la canalla de mi mujer, y me despierta:

—Ostia tú, ¿qué quieres? ¿Porque me despiertas?

—Porque luego a la noche no duermes.

— ¡Es que me estaba comiendo el crusán, leche!

— ¿Que crusán?

—El de la cocina…

— ¿QUE COÑO DE CRUSÁN?

Es entonces, cuando su risa atronadora, hace que me dé cuenta, de la terrible realidad. Estoy de dieta, me tengo que ir a correr 50 minutos por el bosque… Y el puto “crusán”, no existe.

Relato verídico, un sábado después de echarme la siesta. “Pa morirse”.

Cuando me propuse adelgazar, no pensaba en hacer dieta estricta, nada de eso. Solo, cambiar hábitos alimenticios y sedentarios. Nunca imaginé, que acabaría corriendo y mucho menos, retos como medias maratones, o maratones enteras. No lo hubiera ni soñado. Y aún, me cuesta creer que pueda hacer una maratón. Pero, intentarlo, terminarla y en un tiempo decente, eso me cuesta más de soñar, que con el puto Croissant.

Recuerdo que, cuando mi entrenador me empezó a mandar, hacer pequeños trotes y por otro lado me contaba sus carreras, o entrenos tan bestias que hacía, le pregunté si yo algún día podría hacer cosas así, y me contestó que tuviera paciencia, que todo llegaría, que poco a poco, se verían los resultados.

Bueno, pues ya tienen que ir llegando, me ha propuesto hacer una media maratón en Granollers, son 21 km y pico del ala. “Casi ná lo del ojo, y lo llevaba en la mano”. La haré a principios de febrero. En total habrá pasado, un año justo desde que empecé esta historia.

Mi gran reto es hacer una maratón entera, 42km y cuanto antes mejor. Pero, en cada carrera que hago, en cada entreno duro de varios km, (10, 12) me doy cuenta de que no puede ser tan pronto, ha de ser un proceso lento. Me lo dicen todos los que corren, que para hacer una maratón entera y sin parar, se tienen que haber hecho unas cuantas medias y encima, con soltura.

Pero, mis ganas, mi motivación, los deseos de entrenar para prepararla que me obligarán a llegar a 85 kg, son tan grandes, que no voy a hacer muchas medias, haré esta, y veremos a ver en que maratón me coloco. Hacerla dentro del año que viene, será el reto, la meta, el “Mayor triunfo”, que me haya propuesto en toda mi vida, a conciencia.

Luego vendrán más cosas, no nos quedaremos ahí.

Ahora sí que llevo una dieta correcta. Con Alimmenta Dietistas, @alimmenta. Las del libro de “La dieta inteligente”. Mi dietista se llama Anabel, @Anabel_Ferser, autora del libro. Llevaba todo el verano queriendo poner orden en mi alimentación, me refiero a comer adecuadamente, las proteínas necesarias, los hidratos de carbono, los lípidos, en fin, llevar un control sano, ya que sí, estaba de régimen, pero siempre recortándome de cosas que, para mis pobres conocimientos culinarios dietéticos, creía que engordaban. Como el pan, el aceite, y demás cosas buenas. Estaba equivocado.

Mira por donde por seguir a través del Twitter y YouTube a un fenómeno, Valentí Sanjuan, @Valentisanjuan, y comentar mi reto, en unos de sus videos, me regalan 2 visitas con Alimmenta dietistas. Así que, ni corto ni perezoso, hago las dos visitas y después del lote gratuito, encuentro razonable seguir con ella, hasta donde los kilos y mi voluntad lo permitan.

¡Qué diferencia! Como pan, tomo aceite, en más cantidad que antes. Ha organizado la forma de distribuir los alimentos en mi casa, de una manera super saludable. Así que, empecé con ella en 105 kilitos y ya estoy en… No te lo pierdas Mariloles, en “97.5 kilazos”, después de un entreno, ¿qué te parece?.

Hemos roto la barrera de los 100 kilos, como el que entra por la puerta de su casa y no da ni las buenas tardes. Bueno, no tan fácil, que hay que correr y sudar todos los días. Pero, cuando pensaba que los 100, sería un muro difícil de franquear, se han caído por su propio peso. Me dijo Anabel que como mucho, 1 kg por semana y más o menos, por ahí andamos.

¿Quién dijo que conseguir retos de este tipo es difícil? El que no lo intentó. Como me dijo mi entrenador Fernando, @Run&Fit en el primer correo electrónico al empezar la primera semana de entreno: “Fracasar, es no intentarlo”. Porque, aunque no lo consigas a la primera, siempre se puede volver a intentar.

Yo corro, no corría, he perdido casi 36 kilos, pesaba 135 o más, he aprendido a disfrutar de la naturaleza, antes me iba al campo con la bota de vino. He vuelto a recuperar el gran placer de escuchar música y disfrutar de ella, claro, mientras corro y encima, voy a ser Finisher de una media maratón, por lo menos lo voy a intentar. Y si no lo consigo a la primera, a la segunda.

Y como siga perdiendo kilos, me apunto a la colla de los Castellets de Sabadell, para hacer de Aixeneta. Si si, el niño que se sube hasta arriba del todo. Bueno, si me dejan trepar por sus espaldas, je, je, je..

Es broma claro, pero si llego a pesar 85 kilos, habré perdido más de 50 kilos… Eso, es casi un tío entero.

Ahí queda eso.

Quien me quiera parar, que tire de mí por detrás, por que como se ponga por delante lo arrastro.




martes, 3 de septiembre de 2013

4ª CARRERA: MATADEPERA 10K.


Otra carrera a la saca, otro triunfo para este “Runner”, 10 kilómetros, que no son pocos. Son uno detrás del otro, hasta 10, ni uno menos. Y esta vez corrí solito. Me acompañaron a la cursa, Encarni y mi hijo Sergio.

Me da todavía un poco de rollo estar entre tanto esbelto corredor. Esas mallas ceñidas, rellenas de piernas musculosas, esas equipaciones tope de modernas, y yo en medio, con mi camiseta gris, talla XXXL, mi pantalón ancho, mi barrigón de 105 kilos, con mi gorra nueva de corredor que me viene estrecha, porque se ve, que cuando uno es corredor, la cabeza se le hace más pequeña, si si, se encoje, pierdes tallas. Por lo visto, el sudar por la frente hace que la cabeza adelgace muchos centímetros. Que listo es el cuerpo, oiga. Porque es que no encontré ninguna que me viniera bien. Claro, como cuerpos como el mío no suelen correr, pues no hacen gorras tamaño mastodonte. Y uno, si quiere una gorrita que le quede bien, o llega a los 80 kilos, o si no, con gorritas de propaganda. En fin, me siento que estoy fuera de lugar.

En el calentamiento, mi mujer y Sergio, para darme ánimos, ya que veían en mi cara la sensación de incomodidad, me decían que yo era el que tenía más mérito, claro, por lo gordillo. Pero se equivocaron, había bastantes más como yo, quizá no tanto, pero entraditos en kilos, sí. Por cierto, todos me adelantaron, todos. Me iban pasando de uno en uno y poco a poco, pero me pasaban. Y gente mayor. ¡Eh! De 60 y largos. Que fuerza.

A media hora de la salida, los tres calentando, yo corriendo y ellos practicando con la cámara para la foto de meta. ¡No hay manera tú! No dan ni una, si solo quiero una foto justo llegando a meta con los brazos bien arriba. Espero que la manejen mejor para cuando toque una media maratón. Están perdonados.

Mi idea, era de hacerla en un tiempo aproximado, entre 1h10’ o 1h20’, osease, corriendo a 7’/km son 70’, pero con las cuestas podría ir más lento. En los entrenos, siempre he buscado terrenos con cuestas arriba, confiaba estar preparado y afrontarlas bien. Así que, en mi interior, confiaba en bajar bastante de ese tiempo.

Salida:

Menudo ritmo cogí, el primer kilómetro, iba a “toa lexe”, 5’22’’/km el segundo y tercero igual. Empecé a calcular, «si sigo así y no paso de 6’/km, puedo acabarla por debajo de una hora».

José Sáez es un proveedor mío, un tío cojonudo, me prometió que iría a verme correr. Yo, pensaba que vendría a la salida y al no verle, pues ya no contaba con él. Y en el kilómetro 3… ¡Helo ahí!, esperándome con su niña y su mujer. Ostia que alegría me dio Jose, ya no te esperaba tío, y la verdad que me dio un subidón. Como pudiste comprobar no podía ni hablar para saludarte, pero si para darte un fugaz abrazo.

Más tarde, en la segunda vuelta, allí seguían los tres para desearme suerte por última vez. Entonces hice un esfuerzo, para poder hablar y agradecerles el ir a verme. Un abrazo a los tres.

Pero volvamos al kilómetro 4, la maléfica cuesta arriba. No muy empinada, pero muy larga. Pagué las consecuencias, aunque solo un poco, por ir tan rápido. Menuda subida, si Terrassa fue dura esta se llevó la palma. Me quería morir, ¡burro! Que has hecho te has cargado la carrera, te has calentado en acabarla en una hora y no vas a poder terminarla. Lo vi muy mal. Por un momento estuve a punto de parar y hacer un trozo andando, pero eso no lo quiero, nada de andar, solo correr, correr, correr. Empezaba a encontrarme gente parada descansando y caminando. Unas chicas, andando con flato. Y yo, corriendo. Eso me dio fuerza para seguir por que, al llegar arriba de la cuesta, aunque petado sabía que después me podría recuperar. Nada tú, un último esfuerzo para intentar llegar al final arriba.

Llego muerto de cansancio y un poco decepcionado, pero recupero rápido y aún me quedan ganas de acabarla en un buen tiempo.

A estas alturas estaba seco, tenía una sed de miedo y puedo garantizar que me hidraté concienzudamente durante toda la semana y sobre todo ese mismo día, pero, aun así, tenía mucha sed. Cuando llegué al avituallamiento vi el cielo abierto. Un buen trago un enjuague y reservar el resto para administrarlo bien.

Y empieza la segunda vuelta al circuito. La mejor forma que encontré para hacer los 10 km, fue pensar en que solo me queda poco para acabar el próximo kilómetro, o para acabar los primeros 5, o después del 7º solo quedan 3 más, o cuando estaba en el 8º, nada más queda 1, más otro. Si pensaba en 10, como total se me hacía muy largo. Tanto pensar, que a veces no sabía ni en qué kilómetro estaba. Menuda chorrada. Lo que hay que hacer es correr y “ya tá”. Oiga.

Los primeros kilómetros de la segunda vuelta, ya me los tomé con otra filosofía más tranquila, pero con la idea de no bajar mucho el ritmo para hacer un buen tiempo. A ese ritmo, podría acabar, ya se había pasado el cabreo y el miedo a parar. Llegue a la conclusión que si me paraba unos segundos tampoco pasaría nada. He llegado muy lejos para no darme la ventaja de ir caminando unos metros en la cuesta final. Pero por poco que pudiese lo evitaría. Así que, cada cierto tiempo me hacia un chequeo de que postura llevaba corriendo, como siempre agachado cabeza baja, zancada fea. Y automáticamente, cabeza arriba, cuerpo erguido, inclinado un poco hacia adelante y zancada correcta. Eso lo hacía cada dos por tres, ya que mi instinto, me lleva a coger una postura no muy cómoda.

Y llegó la cuesta. Tranquilo Jordi, chequéate. Ostia, que tengo que ponerme recto, ostia, que tengo que echarme palante, ostia, la respiración, que te llegue el aire hasta el fondo de los pulmones, ostia la zancada… Ni repaso corporal, ni consejos de mi Míster, ni libro del “Correr chi”, ni puñetas, me iba a dar algo. Tanto me pesaban las piernas, que pensé en ir descalzo un rato, para aligerar peso. Alguien dentro de mi cabeza me decía: «Se de alguien que se va a paraaaaaar».

Los que estaban por delante mío casi todos iban andando. De repente, oigo un vehículo detrás de mí intentando pasar. Que te den macho, ahora no puedo ni desviarme. ¿Es que no hay nadie que le corte el paso a este tío y lo eche del circuito? Pero ¿cómo se le ocurre ir con el coche por aquí en medio de la carrera? Lo tenía tan cerca, que no tuve más narices que echarme a un lado y dejarle pasar…Era la ambulancia, ¡chasco! Y yo que sabía. La dejo pasar y pienso: «No te vayas muy lejos, que me queda muuu poquito».

Madre mía que dura la cuestecita. Así que, a unos 10 o 15 metros paré de correr y seguí durante escasos segundos andando todo lo fuerte que podía. No sé si eso me dio un respiro o no, pero desde luego al que tenía delante, durante toda la subida, que iba andando, no le pillé ni andando ni corriendo.

Y por fin, se acaba el cuestón. Un tramo de llano, una curva y la recta con su bajada final. “YA ES MÍA, YA LA ACABO, ENTERA, OTRA MAS”. Gritando yo solo loco de contento, casi se me saltan las lágrimas antes de entrar. Tiro la botella cerca de un cubo de basura y ahora a esprintar. Aceleré dentro de mis posibilidades, controlando para no cagarla a pocos metros de meta. Pero la emoción, la alegría, la gente animando hasta el último momento, eso te saca fuerzas de lo más hondo.



Juro que es entrando a meta.

Lo logré, lo logré otra vez. Otro “mayor triunfo” a la saca, otro orgullo para los míos, otra alegría para mí. Brazos arriba, como mi Jordi en la San Silvestre de Sabadell, en la que envidié ese momento, en que deseé pasar por esa sensación. Algo que parecía imposible hace 9 meses, se había vuelto a hacer realidad. Brazos arriba, emoción a borbotones, buscando a mi mujer y mi hijo. Los oí antes de verlos. Ahí estaban con una sonrisa de oreja a oreja y con la cámara apuntando “pa” la Mola. Lo primero que pensé fue, “no hay foto”, pero no importó, ese momento, esa sensación, quedará grabada en mi corazón y en el de ellos.

Me abrazo a los dos, me dejo caer al suelo extenuado, riendo, casi llorando. Me ayudan a levantarme y saco el móvil para ver el tiempo. Le digo a mi Sergio que me lo diga... Y llegó la apoteosis, 1h02'53''. Un tiempo asombroso para mí. no me lo creía. Durante el resto de la tarde, no hacía más que repetírmelo, 1h 2 minutos...Mi entrenador me lo dijo: bajaras bastante de la hora diez.

Que contento.







Como no me espabile en perder kilos antes de hacer una maratón, voy a tener que fundar una nueva raza de Runner, “Los Finishers de más de 100 kilos”.





viernes, 23 de agosto de 2013

Caminata: Sabadell - Monasterio de Montserrat - 38 km en 10h30'. COMO ALGUIEN NO ME PARE, NO SE HASTA DONDE VOY A LLEGAR.

Ya tenía ganas desde hacía tiempo de hacer una gran caminata, pero de las que no se olvidan en mucho tiempo. Así que, le mando un correo a mi entrenador, pidiéndole permiso para desviarme del entreno y hacer alguna marcha, estos últimos días de vacaciones, para ayudar a perder los kilillos que he cogido, ya que en dos sábados tengo la de Matadepera 10k. Pero con una pequeña trampa, no le digo a donde voy. Porque no me hubiera dejado.

"Ea!!" llamo a mi amigo Jose María, enamorado hasta la médula del Camino de Santiago, (creo que entero lo ha hecho 4 veces y por tramos, varias veces por año, en los últimos 18, y más andaduras, duras duras) y le acepto la propuesta que me hizo hace 7 meses. «Cuando estés preparado, nos vamos a ir a andar 30 km».

No sabía, si realmente estaba preparado para algo así de bestia, pero desde luego, mentalmente, sí.

Quedamos antes de que despuntara el día. Yo, con mi mochila, en la que llevaba: 3 L de agua, un bocata de atún y otro de jamón dulce con pan integral, gorra, gafas de sol y un montón de mariconadas que no hicieron falta. Como una brújula, no se “pa ´qué”, si no la se usar, pero me hacía ilusión. Un frontal y un montón de pilas de recambio y mira por donde, había luna llena y se veía de maravilla. Tres paquetes de palitos de cangrejo, por comer algo suave al final. Si al final, lo único que quieres es, llegar, y de comer, si no te entra ni aire. La mochililla llena de cosas que molestaban más que se usaron. Y lo más importante, no lo llevé, una aguja e hilo para reventar las llagas, vaselina para la planta de los pies, un buen par de botas trekking, algo para cubrir el cuello del sol, una batería de repuesto para el móvil, unos buenos bastones que se me quedaron en la galería de casa, en vez del palo que me encontré por el camino. Lo que no me dejé, fue la ilusión y motivación. De eso iba "sobrao".

A las 10:00, ya habíamos hecho 17 km en 4 horas muy agradables, en las que Jose María, me contaba anécdotas la mar de encantadoras y curiosas.

El camino no está muy bien señalizado. Creo, que las señales de las rutas, las marcan los grupos de senderistas, o sea, voluntarios. Pues demasiado, ya que debería ser responsabilidad de la administración. ¿No quieren que luchemos contra el tabaco y la obesidad?, pues ponérnoslo fácil, unas buenas indicaciones para que no nos perdamos y alguno, aborrezca el salir a hacer senderismo. No fue nuestro caso, aunque, nos perdimos unas cuantas veces, y gracias a la experiencia de mi guía, me salvó de que se me indigestara, mi primera gran caminata. De todas formas, nos vimos obligados a andar durante 6 largos kilómetros por el arcén de la C-55. En "totá", que nos comimos a esa hora, uno de los bocadillos.

Me pasó como en las carreras de F1, no acerté con las ruedas y después del atragantamiento de asfalto, me salieron llagas en los dos pies. Se despertó un dolor en los tobillos por no andar bien. Las “joías” quemaban como si pisara una colilla de cigarro con el pie desnudo. Empecé a pensar que, seguramente, tendría que abandonar… ¿Abandonar? Me parece a mí que es muy pronto para empezar a retirarme. O sea, que no, que no me retiro. Aunque tenga que movilizar al SAMUR, a los del 112, o a un cirujano experto en curar llagas a pardillos como yo. A quien sea. Pero en vez de hacer tanto ruido, pongo en marcha a mi equipo de apoyo "logístico/sanitario", llamo a mi mujer y a Jordi Jr., para que preparen agujas, hilo, vaselina y el cargador del móvil, que ya lo tengo seco y las zapatillas de correr.

Quedamos en un restaurante de carretera, donde hicimos el avituallamiento cervecero, mientras llegaban. El mismo sitio que utilizamos para sala de curas. (Adjunto imágenes de la operación y el post operatorio, ATENCIÓN: ESTAS IMÁGENES, PUEDEN HERIR LA SENSIBILIDAD DEL LECTOR, POR LA CRUDEZA DE ELLAS). Avisados estáis.




  Primera cura de urgencias "in situ".


Ya en casa, ultra demolido.


Durante la terrible cura, Encarna, me pinchó la primera llaga, con el correspondiente pinchazo en la carne, (zona que no debería haber tocado).

—Déjame a mí que yo sé, que le estás haciendo daño. — Gritaba Jose María.

Mi hijo Jordi tapándose los ojos.

—Nooo, por favor, la carne Nooooo, solo la llaga. —Gritaba yo desesperado, tumbado desde un sucio banco que hacía de mesa de quirófano.

—Al atravesar la piel, tendríamos que dejar un trozo de hilo, que sirva de drenaje. — Les decía Jose María a los ayudantes, como si entendiera de que iba tal masacre.

—Y ahora, ¿cómo lo cortamos? —Asustado, con los puños prietos y debajo de su barbilla, como si así estuviera frenando la aguja, preguntaba Jordi Jr. preocupado por la salud de su padre.

—No estiréis del hilo, que tengo una navaja. ¡COÑO! —gritaba yo amenazante.

El otro con el mechero pegándole fuego al hilo, y a mi piel, claro. Mi hijo tapándose los ojos y apartándose de la carnicería.

— ¡Jordi no me dejes solo, que estos canallas me quieren matar!

Por fin, y tras una terrible experiencia, acabó con éxito la delicada operación.

Llagas curadas, vaselina a punta pala, calcetines nuevos, zapatillas buenas colocadas y móvil cargado.

Arreando que es gerundio. A seguir en busca de otra meta.




Llegando a Monistrol de Montserrat.


No voy a entrar en detalles del resto de camino. Pero lo pasé realmente mal. Cuanto más se acerca el final, más duro es.

Las escaleras del último tramo, calculo que habrá unos 2000 o 3000 peldaños, lo superé solo por la idea de que era un trabajo de fuerza espectacular. Gemelos, cuádriceps, culamen, brazos. En fin, un buen ejercicio.

Y al final, el Monasterio. Madre mía, que esfuerzo más inmenso. Qué horror, que fuego tenía en los pies. El dolor que producía el caminar cojo por culpa de las llagas, se convirtió en un calvario interminable. Jose María me animaba a parar y descansar un poco, pero lo único que quería yo era acabar, llegar arriba y darle un abrazo.

Y así fue, por fin, después de casi 11 horas, con una calor exagerada, habiéndonos bebido entre los dos, más de 6 litros de agua y con una pérdida de peso de más de 3 kilos, yo solo claro, y unas llagas inolvidables, llegamos.

Cuando nos abrazamos, el canalla me dijo sus pensamientos: «No hubiera apostado ni un duro por ti. Para hacer una caminata así, uno necesita unos años de preparación, y tu solo llevas unos meses. Y después de las llagas, pensé que te retirarías. No conozco a nadie que haya sido capaz de algo así».

Pues ya conoces a uno.

Gracias Jose María, gracias por no perderte mucho, gracias por tus conversaciones durante el camino, que se hizo realmente ameno, y sobre todo gracias por haberme presentado este mundazo del senderismo.

Quizá repita. Pero con unas buenas botas trekking.



domingo, 18 de agosto de 2013

SEGUNDO TRIMESTRE, aunque un poco tarde.

            Estamos en vacaciones y llevo retraso en el blog, hace demasiado tiempo que no lo actualizo. Qué le vamos a hacer, llevar la motivación al día de todo, es complicado, alimentación, deporte, costumbres, el trabajo y por último el blog. De todas formas, voy consiguiendo todas las metas propuestas. Poco a poco pero constantemente.

            Tengo pendiente de explicar mis últimos objetivos. Una carrera en Terrassa. Otra en el rio Ripoll, ésta última, nocturna. Y la dieta, que no es poco objetivo.

            Pero empezaré por otro, mis entrenamientos, que eso si lo llevo al dedillo que digo… Perfectos, más que eso, all right, okey Makey, debute en la gorrillo…de piña en la bute, el caso es que los llevo de puta madre, ¡que narices…! (¡uy! perdón). Si no fuera por los entrenos, no hubiera perdido ni un kilo.

            Es que no paro, es que la semana que no pierdo, según la báscula, es porque estoy convirtiendo la grasa esta asquerosa en puro musculo. (          Falsa teoría, pero mola)

            Las piernas se me están definiendo como las de un chavalote de 18 años. Je, je, je. La papada, que hacía que tuviera mirada de vikingo peligroso, se ha convertido en un cuello juvenil, ¡si tengo hasta nuez! Y la distancia entre pelo y pelo de la barba, se está acortando, con lo que los claros que tenia se están reduciendo y la susodicha barba se ve más compactada. Es que tenía un pedazo de cara, que las orejas se estaban separando tanto que ya no escuchaba en estéreo si no en cuadrafonía.

            Yo era feliz siendo gordo, porque, no me acordaba de lo que era ser delgado. Pero la verdad, es que, creo que cuando llegue a mi peso ideal, puede ser que realmente conozca la felicidad anatómica/sanitario/corporal. Digo la palabra gordo, porque no la encuentro fea, solo descriptiva, lo seguiré siendo, aunque llegue a 70 kilos. La gordura está en la mente y yo lo seré toda mi vida. Mi peso a 5 de agosto del 2013, un día antes de irme de vacaciones es de 106. Kilos, aunque después de algún entrenamiento ya he visto en la báscula los 102 kilos, y mi oscilación está entre los 104 y 106, dependiendo del día. Mi IMC (índice de masa corporal) es de 34, cuando empecé era de 43.1. Eso es mucha tela, pero aun estoy en la zona de obesidad.

            DIETA.

            Que puedo decir de mi dieta, si no hago dieta alguna, solo como con conocimiento, lo que el sentido común me dice, ahora que he empezado a echarlo, tiro de él. Sigo desayunando, cereales, un kiwi, té rojo con miel, a media mañana dos piezas de fruta de temporada, al medio día pescado o pollo a la plancha y verdura o ensalada y más fruta. A media tarde, otras dos piezas de fruta. Por la noche, tres cuartos de lo mismo, plancha o tortilla de atún o calabacines con queso al micro, o una infinidad de combinaciones de cosas sanas. Y de postre, yogurt o requesón, según el entreno que ese día he tenido. El requesón hace recuperarse de un buen entrenamiento. Aunque, tiene un pelín de grasa. Algo de pan integral, aceite crudo donde me apetece, sin exceso y caña a la pimienta, limón y vinagre y demás especias conocidas.

            Desde luego, no pierdo más kilos porque, ha llegado el verano y no me privo de alguna cervecita y alguna tapita, no sea que me dé algún disgusto.

            He aprendido a darme caprichos, sin pasar al acabose e irracionalidad de la bulimia exagerada. Me paso, porque lo sé, pero es que han sido muchos años de comer como un cosaco y beber como un vikingo, y eso cuesta quitar de mis costumbres. Se que me costará mucho tiempo, dejar de ser como era antes, de hecho, no sé si lo conseguiré. Pero no pienso en eso, solo miro el presente, como mucho mañana, que entreno me toca, que he comido o que voy a comer, en que me he pasado y como lo puedo quemar o remediar. Ya llegará el olvidarme de cómo soy y encontrar al Jordi que pesaba 80 kilos, pero con otros pensamientos. Deporte, salud, metas, y bien estar.

            Cuando empecé esta historia pesaba 132 kilos, una mañana, después de ya haber hablado con mi entrenador y haber empezado a recortarme un poco. Estoy seguro que al igual que hoy mi peso oscila 2 ó 3 kilos arriba y abajo en esas fechas mi tonelaje andaría entre 132 y 135 kilos. Mi báscula pesa hasta 135 kilos, tuve que esperar 2 o 3 días para que no me diera ERROR y me enseñara los 132. Así que si un mastodonte como yo, sin tallas en las tiendas normales de ropa a podido llegar a bajar 30 kilos en 8 meses, quien no puede hacerlo para quitarse, 5, 8, ó 10 kilillos del ala.

            Os aseguro que con deporte y sin dietas milagro, solo con el sentido común, podéis llegar a conseguir metas que, hasta ese momento, se os hacen inalcanzables. De eso saben mucho en @alimenta.com. Yo sigo por Twitter todos sus consejos y sus dos libros son como biblias para mí. “La dieta inteligente” y “La dieta inteligente para Runners”. No es propaganda. Considero que propaganda gratuita es hablar bien de dietas como la Dukan o la del delfín (ya lo último, beber agua de mar) o la de “no sé qué historias” ésas que en sus mandamientos te prohíben comer cosas que la naturaleza nos pone al alcance de la mano. Nasti de plasti nen. Comer sano y de vez en cuando una cervecita, el que beba, el que no agüita de la xeta.

 

            Vamos por faena:

 

            2ª carrera.

Terrassa 8 km, “Fiesta mayor”.



            Ya estamos corriendo con profesionales, ya no es un paseíto que se pueda hacer andando. Porque si no espabilas en llegar a meta cierran la llegada y te quedas con un palmo de narices, solo, en medio de la calle y con el tráfico de coches abierto. Así que, tuve que apretar el culete, concentrarme y no despistarme, porque el último me pisaba los talones.

            Espero poder correr todas las carreras que haga en esta aventura, acompañado de alguien. La primera fuimos un gran grupo de amigos y mis hijos como ya conté en su entrada. Y ésta fue súper agradable.Corrí con un amigo y proveedor de mi tienda, Casimiro Martín, ya he hablado de él en alguna entrada. Maratoniano (104 maratones) senderista, mogollón de kilómetros en sus patas, se conoce hasta el último bosque o montaña que se pueda patear a pie. Una máquina. ¡MENUDO ELEMENTO EL TIO! No solo conocía a casi todos los corredores que estaban en la salida, sino que, durante toda la carrera, le saludaban desde todas las esquinas de Terrassa. Me presentó a tod@s los corredor@s que nos encontrábamos en la salida.Me presento gente corriendo, el tío se encontraba con alguien durante el recorrido y le decía a todos los mismo: “Ei, este es Jordi mi amigo, pesaba 130 y pico de kilos, ha perdido tantos y esta es su segunda carrera”. A todo el mundo, y yo lo único que podía hacer era sonreír o por lo menos intentarlo ya que la ruta era dura, dura, dura.

            Leches con Terrassa, te conocía en coche, pero no veas que cuestas tienes a pie, canaya.

            Creo que en todo el tiempo que llevo corriendo no he tenido tantas agujetas como después de esta cursa. Creo que usé músculos que ni sabía que los tenía. Muy dura la verdad, pero el acompañamiento, inmejorable.

            Gracias Casi, me hiciste entrar en meta a todo esprín cogido de la mano de dos chicas que estuviste animando durante los últimos km, ya que las pobres también iban tomadísimas, sin embargo entramos con una de las mejores sonrisas de los últimos tiempos. Pensé que la alegría de entrar a meta solo sería en la primera carrera. Me equivoqué de plano. Eufórico, como nunca, emocionado como un crio. Cuando vi a Encarni, que no estaba donde quedamos que me esperaría, se me saltaron las lágrimas, la cara de feliz que tenía ella, que me estuvo viendo en todo momento desde que entre en meta, me hizo saltar las lágrimas. Me abracé a Casi muy emocionado y le di las gracias. Creo que él también me las dio y también se emocionó, de poder compartir ese momento tan importante para mí. Él sabía que así era.

            Gracias otra vez Casi..
            ¡Ostia tu! Me regalaron una camiseta la mar de chula





            3ª carrera.

Sabadell, 9 km rio Ripoll.

            Ésta, en casa, y nocturna.

            Si la anterior era de profesionales, aquí, ya, ni…te…cuento.

            Acompañantes: Mis dos hijos, y un amigo de uno de ellos que me reservo el nombre por petición del mismo. Y claro mi “mujé” y la novia de Jordi jr para las fotos, bueno, para aguantar la cámara. A ver si hacemos un cursillo de reflejos, porque la cámara echa las fotos solas en el modo “automatic” y los padres del susodicho amigo.

            La carrera fue curiosa, ya que correr de noche era una de las cosas que me hacía ilusión. Frontal, oscuridad total, por la orilla del rio Ripoll. Solo eché de menos al público animando, como en las otras. Aquí solo nos animaban las ranas, que no había pocas, en cada rincón las” Cheerleader” estas, se las oía croar. Y los mosquitos acompañando todo el camino delante del frontal, entretenían porque preocupado para que no entraran en la nariz no me fijaba tanto en el cansancio.  Bueno tuvo su puntito.

            Salimos mi hijo Sergio y yo juntos, con intención de hacerla los dos a mi ritmo. Pero tuvimos problemas. Un mes de vacaciones de colegio, en casa, descansando, sin haber entrenado en los últimos meses nada de nada, para colmo no tuvo la precaución de hidratarse durante el día no bebió nada de agua con lo que a los 2 km empezó a notar las consecuencias de afrontar una carrera sin preparación y sobre todo sin hidratación. Tuvimos que bajar el ritmo y eso creo que fue lo que le mató, porque aún tuvo que correr a un ritmo inferior al que él estaba acostumbrado.

            Valla tela, nos paramos unos segundos, el pobre con una sed increíble, él me decía que yo no parara por él, seguí un rato, más despacito mientras el andaba, al poco volví para atrás en su busca, no lo veía. Total, que decido seguir, pero a un ritmo suave por si me pillaba. Y cuando pienso realmente en la situación, me digo a mí mismo: “Que se hubiera preparado como yo, que se hubiera hidratado como yo y que hubiera cogido la carrera con tantas ganas como yo”. Así que, muy a pesar mío, lo dejé y seguí a mi ritmo. Aunque durante toda la carrera preocupado.

            Cuando llegue a meta, salí de la zona de llegada y volví al circuito en su busca, con la gran suerte que lo ví a unos 100 metros más adelante, corrí y corrí con un sprint acojonante y por detrás le iba gritando: “Sergio, Sergio no querías que entráramos juntos a meta, pues aquí estoy”.

            Y tacatá los dos juntitos a meta.

            Me gustaría que se animara a correr otra carrera juntos para desquitarnos de esa espinita.





            Al día siguiente aún nos salían mosquitos de la nariz. ¡Ecxssss¡




            Y por último, mis vacaciones.


            Más de lo mismo, motivación extrema, entrenos cumplidos al dedillo. De hecho, ya estoy haciendo entrenamientos de 8 km. Y los primeros días, las barbacoas de pollo o conejo y acompañado de alguna cervecita. Pero conforme van pasando los días…jeje corderito, que si un entrecot, que si un chupitin después de comer de menta sin alcohol, pero con muchas calorías, que si una botellita de cava por lo bien que lo hago. En totá que seguramente coja un par de kilos estos días. Ya los quitaremos del medio.

            Pero lo más destacado fue uno de los entrenamientos. Transcribo directamente lo que publique en el Facebook.

 

            “Hola amig@s, a continuación, paso a explicar el entrenamiento de hoy. Pero mejor, copio textualmente el correo que le he enviado hoy de mi entreno:

            “Buenas tardes.

            Después de tantos días preparándome para el entreno de hoy, 12km “CaCo”, haciendo casi cada día 8 km de entreno. Al final he hecho lo que me ha dado la gana, 12 km corriendo sin parar, nada de “Ca” todo” Co”.

            Mister ha sido como una carrera de gran importancia, solo he respetado el caminar cuando llegaba a una escalera, que por cierto en el recorrido hay como 6 ó 7 que te bajan hasta la correspondiente cala y luego tienes que subirla, de hecho hay una que tiene 120 escalones.

            Muchas subidas y bajadas, prácticamente todo el camino.

            SENSACIONES:

            Me he sentido durante todo el camino muy, pero que muy fuerte, en las cuestas funcionaba estupendamente y en las bajadas en vez de correr más lo que hacía era recuperar y bajarlas controlando las fuerzas.

            Ningún dolor, sigo intentando correr como dice el libro de “El correr Chi”. Creo que hasta he tenido mi propio muro en el km 11, cansancio extremo, agotamiento mental, ganas de vomitar. Pero he intentado controlar todos esos aspectos y con más ímpetu el de vomitar y al final después de unos minutos pasándolo realmente mal…”Et voila” se ha pasado absolutamente todo y me he vuelto a sentir como en los primeros kilómetros, cansado pero con una fuerza interna indescriptible.

            He llegado al camping emocionado, reventado, me temblaba todo el cuerpo, no podía ni hablar, tenía una voz floja e imperceptible, en una palabra “DEMOLIDO”, pero con una satisfacción explosiva.

            Automáticamente me he pegado una ducha bastante caliente (como dice el libro de El Correr Chi) para que todo el ácido láctico acabe de salir y a continuación una ducha súper fría para las inflamaciones. Acto seguido estiramientos con un poco de masaje en las piernas y 15 minutos tumbado sobre mi espalda con las piernas hacia arriba.

            No dolor, no cansancio, muy contento. OTRA META CONSEGUIDA, 12 KM DE UN TIRÓN.

            ¡Somos la ostia!”

            Solo tenía ganas de explicarlo aquí. Ahora un merecido descanso de un par de días. (Aunque me gustaría salir corriendo jejeje)”

 

 

            Sin más me despido hasta la próxima entrada.