lunes, 3 de junio de 2013

PRIMERA CARRERA: SANT JUST DESVERN 5 K.

Llegó mi primer “Mayor triunfo”, lo hemos tenido que adelantar 4 meses por los avances tan bestias que estoy teniendo. Mi primera meta, mi primera marca. Lo conseguí. El 2 de febrero del 2013, empezó esta carrera sin crono, y con meta en una cursa de 5 kilómetros. Con incertidumbre y muchos miedos al fracaso. ¡DE ESO NADA! Como dijo mi entrenador: “Fracaso, es no intentarlo”. Pues no solo lo he intentado, sino que también lo he conseguido.

La carrera era bastante tarde, a las 20:30 horas en Sant Just Desvern. Organizada y muy bien, por “La Sansi”. Fuimos temprano, 2 horas y pico antes ya estábamos allí, vaya a ser que llegáramos tarde.


            Corredores acompañantes a mi estreno: Mis hijos, Jordi y Sergio, sus 2 amigos, Isma y Albert. Como corrieron. Claro, como son jóvenes, ya podrán ya.
 


        Y como “Sherpa” particular, Josep, amigo de toda la vida, con muchas vivencias juntos en el mundo laboral y que recientemente, nos hemos vuelto a encontrar, gracias al blog, al running y los kilos. Me estuvo acompañando durante toda la carrera, a mi lado, siguiendo mis pasos de cerca, apoyándome y apoyando a los que nos encontrábamos por el camino con flato y algo petados. “Dobles gracias”, José, por acompañarme y por la camiseta de la maratón de Barcelona 2013, que me regalaste ese día. Estoy escribiendo esta entrada del blog con ella puesta.


Que tarde de nervios y miedos, ¡Diossss! Miedo a fallar. Quería hacerla por todos los medios entera, sin parar ni un solo segundo. Llegué al día de la carrera con dolor en la parte interna de la rodilla. Dos semanas antes, en uno de los entrenamientos, me hice daño, o bien, me sobrecargué. Y en Los siguientes días, los entrenos tuvieron que quedar al margen, ya que el dolor, era importante. En parte, me sabia mal no poder hacer la carrera por ese problema, pero, tenía clara 2 cosas: Hay más carreras y esa sobrecarga, me ha hecho valorar más, el entrenar con cabeza y no con el corazón. Y segunda, la hubiera acabado, aunque hubiese sido arrastras. ¡Ah! Y los ejercicios de refuerzo, eso me ha quedado clarísimo, que los voy a hacer cada vez que me toquen.

Recogí mi primera bolsa del corredor, junto con el dorsal número “418”,
 
  con un montón de regalos y mi camiseta de 42k. Por cierto, no pude correr con ella (pido disculpas a la organización) ya que mi entusiasmo por los kilos que perdía era tal, que cuando me inscribí en la cursa, pedí una talla 2XL y yo gasto 3XL, ya que, a 8 semanas de la carrera, pensaba perder más kilos. Y no fue así. Exceso de confianza. Bueno, yo usaba 4XL, cuando empecé a entrenar, y las llenaba. Si hubiera seguido engordando, hubiese tenido que pedir las camisetas a EE. UU. 


Con la bolsa llena de regalos y nervios, nos empezamos a echar las primeras fotos. Intentando recordar viejos tiempos con Josep, para dejar un poco la carrera a un lado. Difícilmente, ya que con el ambientazo que había de corredores, por lo visto se superaron las 1000 inscripciones, era imposible. Y no te lo pierdas Luis, más del 80% vestidos igual. Alucinante.

A 20 minutos de la salida, empezamos a calentar los 6. Más nervios, más miedo, más cerca el momento que durante 5 meses he estado esperando. ¿Cómo me irá? ¿Estaré a la altura? ¿Las cuestas que hay en el recorrido serán muy fuertes? En una subida no muy fuerte, dos semanas antes, me dolió la rodilla. El estómago no me pedía ni agua. Se cerró de tal manera que, la poca hidratación que me quería meter se quedaba en la sala de espera de mi esófago.

Encarni y Sheila, preparadas en meta cámara en ristre, yo calentando a mi rollo por una de las calles arriba y abajo, corriendo muy suave y andando deprisa. Algo de estiramientos y directos a la salida.

¿Ya he dicho que estaba nervioso? Pues eso no fue nada comparado con la espera en la salida. No sé cuánto estuvimos, pero se hizo largo. Aún no sé cómo me pude preparar el GPS del móvil, la música, todo. La verdad, es que no me dejé nada. Tenía en mente que el programa de rastreo GPS, avisaría a mi entrenador a través del Twitter, que ya habría acabado la carrera y vería instantáneamente el resultado, así que, estuve muy pendiente, aun con los nervios, que no se me podía olvidar. Y llegó el momento.

Salida…



…meta.



¿Ya está? Se acabó la carrera. ¿Tanto padecer? ¿Tantos nervios, tanto entrenamiento, tantos consejos de mi personal training? y de todos mis amigos viejos y nuevos que tengo ahora, como @Xavi fondista. ¿Tantos kilos perdidos? ¿Para eso me he quitado de atiborrarme de comer y birras?, con lo a gustito que estaba yo en mi sofá, marcando culo. ¿Para eso tanto esfuerzo?, para llegar a meta con una emoción indescriptible, con un nudo en la garganta que no rompí a llorar porque me lo reservo para otra carrera de más kilómetros. ¿Para eso? ¿Para tener una sonrisa en la jeta?, que hoy en día, 3 días después, aun no se me quita. ¿Para eso? ¿Para hacer sentir orgullo a los que me quieren? ¿Para sentirme orgulloso? ¿Para qué mi entrenador vea que sus planes de entreno, han funcionado a la perfección? ¿Para eso tanto esfuerzo? ¿Para sentir alegría?, por haber logrado una propuesta que me hice firme y trabajada al detalle, trabajada meticulosamente, obedeciendo en todo a mi entrenador, cumpliendo a rajatabla mi plan de entrenamiento, sin excederme ni un pelo, trabajando con la cabeza y no con el corazón, siguiendo una dieta equilibrada, sin excesos, ni dietas milagro. ¿Para eso? Pues si todo este esfuerzo me ha hecho llegar a meta entero, con la cabeza bien alta, sin dolor y pidiendo paso mi adrenalina a mi orgullo, para salirse por las orejas. Si ha sido para eso, ha valido la pena ¿no?

Joder si ha valido la pena, y tanto. Solamente por volver a sentir lo que sentí al pasar por meta, volvería a empezar de cero.

Pero supongo, que lo que he vivido este sábado, solo lo vives ese día. Las próximas carreras serán otras sensaciones.

Las contaré. Porque si así animo a alguien, aunque solo sea a una sola persona a que siga mi ejemplo, se anime a hacer deporte y cuidarse un poco, por eso también habrá valido la pena mi esfuerzo.

¡Ah! La carrera fue genial, respiración controlada, el pulso no excedió en ningún momento de 160 pulsaciones, mantuve el mismo ritmo durante todo el tiempo, tanto en cuestas como en llanos. Y el último kilómetro, cuesta abajo, apreté el acelerador, me quité la música para oír a la gente animarme y a disfrutar plenamente del momento. De mi momento.

¿Y el tiempo? Pues muy buen día, si, un sol espléndido.

He conocido la droga de este deporte.

YA SOY RUNNER.





Dedicado a mis dos hijos.