Otra
carrera a la saca, otro triunfo para este “Runner”, 10 kilómetros, que no son
pocos. Son uno detrás del otro, hasta 10, ni uno menos. Y esta vez corrí solito.
Me acompañaron a la cursa, Encarni y mi hijo Sergio.
Me
da todavía un poco de rollo estar entre tanto esbelto corredor. Esas mallas
ceñidas, rellenas de piernas musculosas, esas equipaciones tope de modernas, y
yo en medio, con mi camiseta gris, talla XXXL, mi pantalón ancho, mi barrigón
de 105 kilos, con mi gorra nueva de corredor que me viene estrecha, porque se
ve, que cuando uno es corredor, la cabeza se le hace más pequeña, si si, se
encoje, pierdes tallas. Por lo visto, el sudar por la frente hace que la cabeza
adelgace muchos centímetros. Que listo es el cuerpo, oiga. Porque es que no
encontré ninguna que me viniera bien. Claro, como cuerpos como el mío no suelen
correr, pues no hacen gorras tamaño mastodonte. Y uno, si quiere una gorrita
que le quede bien, o llega a los 80 kilos, o si no, con gorritas de propaganda.
En fin, me siento que estoy fuera de lugar.
En
el calentamiento, mi mujer y Sergio, para darme ánimos, ya que veían en mi cara
la sensación de incomodidad, me decían que yo era el que tenía más mérito,
claro, por lo gordillo. Pero se equivocaron, había bastantes más como yo, quizá
no tanto, pero entraditos en kilos, sí. Por cierto, todos me adelantaron,
todos. Me iban pasando de uno en uno y poco a poco, pero me pasaban. Y gente
mayor. ¡Eh! De 60 y largos. Que fuerza.
A
media hora de la salida, los tres calentando, yo corriendo y ellos practicando
con la cámara para la foto de meta. ¡No hay manera tú! No dan ni una, si solo
quiero una foto justo llegando a meta con los brazos bien arriba. Espero que la
manejen mejor para cuando toque una media maratón. Están perdonados.
Mi
idea, era de hacerla en un tiempo aproximado, entre 1h10’ o 1h20’, osease,
corriendo a 7’/km son 70’, pero con las cuestas podría ir más lento. En los
entrenos, siempre he buscado terrenos con cuestas arriba, confiaba estar
preparado y afrontarlas bien. Así que, en mi interior, confiaba en bajar
bastante de ese tiempo.
Salida:
Menudo
ritmo cogí, el primer kilómetro, iba a “toa lexe”, 5’22’’/km el segundo y
tercero igual. Empecé a calcular, «si sigo así y no paso de 6’/km, puedo
acabarla por debajo de una hora».
José
Sáez es un proveedor mío, un tío cojonudo, me prometió que iría a verme correr.
Yo, pensaba que vendría a la salida y al no verle, pues ya no contaba con él. Y
en el kilómetro 3… ¡Helo ahí!, esperándome con su niña y su mujer. Ostia que
alegría me dio Jose, ya no te esperaba tío, y la verdad que me dio un subidón.
Como pudiste comprobar no podía ni hablar para saludarte, pero si para darte un
fugaz abrazo.
Más
tarde, en la segunda vuelta, allí seguían los tres para desearme suerte por
última vez. Entonces hice un esfuerzo, para poder hablar y agradecerles el ir a
verme. Un abrazo a los tres.
Pero
volvamos al kilómetro 4, la maléfica cuesta arriba. No muy empinada, pero muy
larga. Pagué las consecuencias, aunque solo un poco, por ir tan rápido. Menuda subida,
si Terrassa fue dura esta se llevó la palma. Me quería morir, ¡burro! Que has
hecho te has cargado la carrera, te has calentado en acabarla en una hora y no
vas a poder terminarla. Lo vi muy mal. Por un momento estuve a punto de parar y
hacer un trozo andando, pero eso no lo quiero, nada de andar, solo correr,
correr, correr. Empezaba a encontrarme gente parada descansando y caminando. Unas
chicas, andando con flato. Y yo, corriendo. Eso me dio fuerza para seguir por que,
al llegar arriba de la cuesta, aunque petado sabía que después me podría
recuperar. Nada tú, un último esfuerzo para intentar llegar al final arriba.
Llego
muerto de cansancio y un poco decepcionado, pero recupero rápido y aún me
quedan ganas de acabarla en un buen tiempo.
A
estas alturas estaba seco, tenía una sed de miedo y puedo garantizar que me
hidraté concienzudamente durante toda la semana y sobre todo ese mismo día, pero,
aun así, tenía mucha sed. Cuando llegué al avituallamiento vi el cielo abierto.
Un buen trago un enjuague y reservar el resto para administrarlo bien.
Y
empieza la segunda vuelta al circuito. La mejor forma que encontré para hacer
los 10 km, fue pensar en que solo me queda poco para acabar el próximo
kilómetro, o para acabar los primeros 5, o después del 7º solo quedan 3 más, o
cuando estaba en el 8º, nada más queda 1, más otro. Si pensaba en 10, como
total se me hacía muy largo. Tanto pensar, que a veces no sabía ni en qué
kilómetro estaba. Menuda chorrada. Lo que hay que hacer es correr y “ya tá”.
Oiga.
Los
primeros kilómetros de la segunda vuelta, ya me los tomé con otra filosofía más
tranquila, pero con la idea de no bajar mucho el ritmo para hacer un buen
tiempo. A ese ritmo, podría acabar, ya se había pasado el cabreo y el miedo a
parar. Llegue a la conclusión que si me paraba unos segundos tampoco pasaría
nada. He llegado muy lejos para no darme la ventaja de ir caminando unos metros
en la cuesta final. Pero por poco que pudiese lo evitaría. Así que, cada cierto
tiempo me hacia un chequeo de que postura llevaba corriendo, como siempre
agachado cabeza baja, zancada fea. Y automáticamente, cabeza arriba, cuerpo
erguido, inclinado un poco hacia adelante y zancada correcta. Eso lo hacía cada
dos por tres, ya que mi instinto, me lleva a coger una postura no muy cómoda.
Y
llegó la cuesta. Tranquilo Jordi, chequéate. Ostia, que tengo que ponerme
recto, ostia, que tengo que echarme palante, ostia, la respiración, que te
llegue el aire hasta el fondo de los pulmones, ostia la zancada… Ni repaso
corporal, ni consejos de mi Míster, ni libro del “Correr chi”, ni puñetas, me
iba a dar algo. Tanto me pesaban las piernas, que pensé en ir descalzo un rato,
para aligerar peso. Alguien dentro de mi cabeza me decía: «Se de alguien que se
va a paraaaaaar».
Los
que estaban por delante mío casi todos iban andando. De repente, oigo un
vehículo detrás de mí intentando pasar. Que te den macho, ahora no puedo ni
desviarme. ¿Es que no hay nadie que le corte el paso a este tío y lo eche del
circuito? Pero ¿cómo se le ocurre ir con el coche por aquí en medio de la
carrera? Lo tenía tan cerca, que no tuve más narices que echarme a un lado y
dejarle pasar…Era la ambulancia, ¡chasco! Y yo que sabía. La dejo pasar y
pienso: «No te vayas muy lejos, que me queda muuu poquito».
Madre
mía que dura la cuestecita. Así que, a unos 10 o 15 metros paré de correr y
seguí durante escasos segundos andando todo lo fuerte que podía. No sé si eso
me dio un respiro o no, pero desde luego al que tenía delante, durante toda la
subida, que iba andando, no le pillé ni andando ni corriendo.
Y
por fin, se acaba el cuestón. Un tramo de llano, una curva y la recta con su
bajada final. “YA ES MÍA, YA LA ACABO, ENTERA, OTRA MAS”. Gritando yo solo loco
de contento, casi se me saltan las lágrimas antes de entrar. Tiro la botella
cerca de un cubo de basura y ahora a esprintar. Aceleré dentro de mis
posibilidades, controlando para no cagarla a pocos metros de meta. Pero la
emoción, la alegría, la gente animando hasta el último momento, eso te saca
fuerzas de lo más hondo.
Lo
logré, lo logré otra vez. Otro “mayor triunfo” a la saca, otro orgullo para los
míos, otra alegría para mí. Brazos arriba, como mi Jordi en la San Silvestre de
Sabadell, en la que envidié ese momento, en que deseé pasar por esa sensación.
Algo que parecía imposible hace 9 meses, se había vuelto a hacer realidad.
Brazos arriba, emoción a borbotones, buscando a mi mujer y mi hijo. Los oí
antes de verlos. Ahí estaban con una sonrisa de oreja a oreja y con la cámara
apuntando “pa” la Mola. Lo primero que pensé fue, “no hay foto”, pero no
importó, ese momento, esa sensación, quedará grabada en mi corazón y en el de
ellos.
Me
abrazo a los dos, me dejo caer al suelo extenuado, riendo, casi llorando. Me
ayudan a levantarme y saco el móvil para ver el tiempo. Le digo a mi Sergio que
me lo diga... Y llegó la apoteosis, 1h02'53''. Un tiempo asombroso para mí. no
me lo creía. Durante el resto de la tarde, no hacía más que repetírmelo, 1h 2
minutos...Mi entrenador me lo dijo: bajaras bastante de la hora diez.
Que
contento.
Como
no me espabile en perder kilos antes de hacer una maratón, voy a tener que fundar
una nueva raza de Runner, “Los Finishers de más de 100 kilos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario