El 24 de noviembre comencé a entrenar para
la maratón de Barcelona, 42 km y 195 metros. Mi reto, mi meta, mi "MAYOR
TRIUNFO".
Las primeras semanas fueron algo duras, y
es que, llevaba desde septiembre, entrenando sin mucho empeño, porque no había
un objetivo decidido a corto plazo. Si, estaba la maratón, pero aún faltaba un
mes y pico para comenzar a prepararla.
Me costó acostumbrarme otra vez a hacer
series, subir escaleras, subir cuestas a “toa lexe”. También tenía que
acostumbrarme a realizar trabajos de pesas con barra y mancuernas, los discos y
tal y tal... pero ejercicios de verdad, no de los que hacía hasta ahora, que
cuando me cansaba paraba.
En las primeras semanas, me costó mucho
afinar la dieta, ya que, quitarme el bocata...de jamoncillo con mi traguillo de
vino de la bota, amigo Félix, eso...es lo mejor del mundo...con mis
aceitunillas... ¡Búa! Eso costaba mucho.
Pero bueno, poco a poco iba dejando los
hábitos buenos, por otros mejores.
Llegó el mes de diciembre y con él las
navidades y conseguí sin mucho esfuerzo, solo, pasarme en la dieta, en los días
más señalados, Navidad, San Esteban, Noche vieja, Año nuevo, el día antes de
cada celebración, el día siguiente, el resopón, el postoperatorio... Etc. En
fin, la biblia en peso comiendo. Pero no cogí ningún kilo que no soltara sin
mucho esfuerzo. Y los entrenos, sí que por lo menos, los hacia al dedillo.
Nos plantamos en enero y todo va como la
seda. Las escaleras y cuestas las subo fenomenalmente, a las series le voy
cogiendo el puntillo para correr a los ritmos adecuados, y la dieta, como ha de
ser, perfecta, salvo los desayunos del jamoncillo, ¡ojú, nene! como me gusta el
jamón.
En estos meses, dos horas en semana las
dedico a asistir a clase de pilates, con mi monitora Felisi, un crac ella, con
mis compañeras de ejercicios y mi mujer. Somos 24 en clase y como hombre yo
solo...” Pa cagarse”.
Y mire usted por donde, que en una de las
clases fuerzo un músculo muy escondidito que tenemos en la cadera. Tan
escondido que yo no tenía ni idea que existía, Don Psoas-iliaco, se llama el
mamón. Y empezó el declive.
A lo tonto a lo tonto ese dolor que solo
salía en ocasiones, se iba perpetuando y haciéndose compañero de mis
sensaciones en los entrenos.
Hasta que, el 1 de febrero, corro la media
maratón de Granollers, como ya he explicado en una de estas dramáticas
historias que cuento aquí y Don mamón, me hace correr cojo, durante los 21 km
que duró mi hora cincuenta y cinco minutos de agonía.
Falta de experiencia diría yo, ya que
ahora entiendo, cuando me dicen, que el cuerpo te avisa antes de llegar a un
sobre esfuerzo. Así que, Don, lo que estaba haciendo en cada entreno era llamar
mi atención, para que descansara un poquito, o que bajara la intensidad de mis
rodajes, puesto que siempre intento tirar un poco más de lo que sabiamente me
dice mi entrenador, Fernando.
Y hete aquí, que me hallo cojo, mal
trecho, cabreado, y convaleciente todavía, de las secuelas de correr con el
corazón y no con las patas dirigidas por la cabeza.
Se acabó, no hay maratón, no hay mayor
triunfo, no vale la pena arriesgar y hacer que mi sueño se convierta en una
pesadilla.
Quiero correr durante mucho tiempo. Y mi
deseo, de hacer una maratón bien preparada, en solo dos años, era una meta
fabulosa para mantener el espíritu de la motivación a 100%.
Repito, para tenerlo yo mismo claro, se
acabó. No ha podido ser. Después de 1 larguísimo mes sin poder entrenar en
condiciones mínimamente óptimas, tengo que decidir, (tengo, porque no quiero),
NO correr la maratón de Barcelona 2015, mis tan ansiados 42 km y pico se van al
garete sin más contemplaciones.
¡Pero que estoy diciendo! ¿De qué me estoy
lamentando? por favor. Si lo que tengo que estar es super contento y orgulloso de
lo que he conseguido... HE ESTADO A PUNTO DE PREPARAR UNA MARATÓN Y ENCIMA CASI
LA CORRO. Y en solo dos años.
Mucha gente, piensa que es una locura. Mi
entrenador el primero, pero sus consejos, sus planes de entreno revisados
semanalmente y guiados por mi locura por querer cambiar mi vida sedentaria, a hecho,
que nos depositemos mutuamente la confianza en, yo hacer lo que él me mande y
él, en ver como evoluciono favorablemente y amoldar los entrenos a mi persona.
No voy a ser Finisher de esta maratón de Barcelona,
pero no te quepa duda entrenador, que lo conseguiremos. Vamos a ir a por otra,
vamos a curar esta maldita lesión, vamos a reforzar esa zona crítica, vamos a
rectificar errores y nos vamos a preparar para VALENCIA, noviembre 2015. Vamos
a llegar victoriosos hasta la salida de la carrera y me vas a ayudar a
conseguir mi medalla de Finisher de 42k.
Que no se diga. Ya que se lo debo a muchas
personas.
A mi mujer, la primera, por la ayuda que
me ha proporcionado en todo este tiempo, sin nada a cambio, sin ella no hubiera
podido sacar ni un solo minuto de mi vida cotidiana para entrenar. A mis dos
hijos, por la ilusión con la que han vivido esta historia. A tod@s los
seguidor@s, tanto amig@s como familiares que me han visto cambiar y han
disfrutado tanto como yo. A mi equipo de entrenadores, Pol y Fernando.
Y, por último, a una persona que a buen
seguro le hubiera gustado esta historia de superación desde donde esté. Que
probablemente no reconozca a su gordo, a su cuidador en sus últimos años de
vida, por su triste enfermedad, a mi madre.
Se puede cambiar, yo lo he hecho. Solo he
tardado dos años en perder 48 kilos. Tardé en cogerlos 26 años.
Hoy, después de la conversación con
Fernando, en la que el sentido común a vencido a mi corazón, y en la que hemos
decidido, no correr en Barcelona, ya definitivamente y a una semana del evento,
ha ocurrido algo que me ha hecho reflexionar sobre este tema.
Al volver a casa, me encuentro con una
persona, que hacía tiempo que no veía. Me cuenta, que un familiar suyo ha
tenido que dejar el negocio que con tanta ilusión había montado poco tiempo atrás.
Yo pensando que en los tiempos de crisis que corren, montar un negocio y que te
funcione mal es lo más normal, me sorprende con el motivo por el cual lo ha
cerrado. Tiene que empezar con la quimioterapia... Me acaba de contar esa
triste historia y se va.
Me deja con el estómago encogido y la
mente totalmente despejada. Lo tengo clarísimo, automáticamente paso del
disgusto egoísta que tanto me preocupaba por la carrera, a valorar los momentos
buenos y mirar alrededor en los momentos malos.
Como escribí en el Facebook hace poco:
“Si miro atrás mi dolor es mi esfuerzo, si miro
adelante mi dolor es mi meta, si miro alrededor mi dolor es insignificante”.
Jordi.
Sabadell, a 9 días del 15 de marzo.