Ya
tenía ganas desde hacía tiempo de hacer una gran caminata, pero de las que no
se olvidan en mucho tiempo. Así que, le mando un correo a mi entrenador,
pidiéndole permiso para desviarme del entreno y hacer alguna marcha, estos
últimos días de vacaciones, para ayudar a perder los kilillos que he cogido, ya
que en dos sábados tengo la de Matadepera 10k. Pero con una pequeña trampa, no
le digo a donde voy. Porque no me hubiera dejado.
"Ea!!"
llamo a mi amigo Jose María, enamorado hasta la médula del Camino de Santiago,
(creo que entero lo ha hecho 4 veces y por tramos, varias veces por año, en los
últimos 18, y más andaduras, duras duras) y le acepto la propuesta que me hizo
hace 7 meses. «Cuando estés preparado, nos vamos a ir a andar 30 km».
No
sabía, si realmente estaba preparado para algo así de bestia, pero desde luego,
mentalmente, sí.
Quedamos
antes de que despuntara el día. Yo, con mi mochila, en la que llevaba: 3 L de
agua, un bocata de atún y otro de jamón dulce con pan integral, gorra, gafas de
sol y un montón de mariconadas que no hicieron falta. Como una brújula, no se “pa
´qué”, si no la se usar, pero me hacía ilusión. Un frontal y un montón de pilas
de recambio y mira por donde, había luna llena y se veía de maravilla. Tres
paquetes de palitos de cangrejo, por comer algo suave al final. Si al final, lo
único que quieres es, llegar, y de comer, si no te entra ni aire. La mochililla
llena de cosas que molestaban más que se usaron. Y lo más importante, no lo
llevé, una aguja e hilo para reventar las llagas, vaselina para la planta de
los pies, un buen par de botas trekking, algo para cubrir el cuello del sol,
una batería de repuesto para el móvil, unos buenos bastones que se me quedaron
en la galería de casa, en vez del palo que me encontré por el camino. Lo que no
me dejé, fue la ilusión y motivación. De eso iba "sobrao".
A
las 10:00, ya habíamos hecho 17 km en 4 horas muy agradables, en las que Jose María,
me contaba anécdotas la mar de encantadoras y curiosas.
El
camino no está muy bien señalizado. Creo, que las señales de las rutas, las
marcan los grupos de senderistas, o sea, voluntarios. Pues demasiado, ya que
debería ser responsabilidad de la administración. ¿No quieren que luchemos
contra el tabaco y la obesidad?, pues ponérnoslo fácil, unas buenas
indicaciones para que no nos perdamos y alguno, aborrezca el salir a hacer
senderismo. No fue nuestro caso, aunque, nos perdimos unas cuantas veces, y
gracias a la experiencia de mi guía, me salvó de que se me indigestara, mi
primera gran caminata. De todas formas, nos vimos obligados a andar durante 6
largos kilómetros por el arcén de la C-55. En "totá", que nos comimos
a esa hora, uno de los bocadillos.
Me
pasó como en las carreras de F1, no acerté con las ruedas y después del
atragantamiento de asfalto, me salieron llagas en los dos pies. Se despertó un dolor
en los tobillos por no andar bien. Las “joías” quemaban como si pisara una
colilla de cigarro con el pie desnudo. Empecé a pensar que, seguramente,
tendría que abandonar… ¿Abandonar? Me parece a mí que es muy pronto para
empezar a retirarme. O sea, que no, que no me retiro. Aunque tenga que
movilizar al SAMUR, a los del 112, o a un cirujano experto en curar llagas a
pardillos como yo. A quien sea. Pero en vez de hacer tanto ruido, pongo en
marcha a mi equipo de apoyo "logístico/sanitario", llamo a mi mujer y
a Jordi Jr., para que preparen agujas, hilo, vaselina y el cargador del móvil,
que ya lo tengo seco y las zapatillas de correr.
Quedamos
en un restaurante de carretera, donde hicimos el avituallamiento cervecero,
mientras llegaban. El mismo sitio que utilizamos para sala de curas. (Adjunto
imágenes de la operación y el post operatorio, ATENCIÓN: ESTAS IMÁGENES, PUEDEN
HERIR LA SENSIBILIDAD DEL LECTOR, POR LA CRUDEZA DE ELLAS). Avisados estáis.
Ya
en casa, ultra demolido.
Durante
la terrible cura, Encarna, me pinchó la primera llaga, con el correspondiente
pinchazo en la carne, (zona que no debería haber tocado).
—Déjame
a mí que yo sé, que le estás haciendo daño. — Gritaba Jose María.
Mi
hijo Jordi tapándose los ojos.
—Nooo,
por favor, la carne Nooooo, solo la llaga. —Gritaba yo desesperado, tumbado
desde un sucio banco que hacía de mesa de quirófano.
—Al
atravesar la piel, tendríamos que dejar un trozo de hilo, que sirva de drenaje.
— Les decía Jose María a los ayudantes, como si entendiera de que iba tal
masacre.
—Y
ahora, ¿cómo lo cortamos? —Asustado, con los puños prietos y debajo de su
barbilla, como si así estuviera frenando la aguja, preguntaba Jordi Jr. preocupado
por la salud de su padre.
—No
estiréis del hilo, que tengo una navaja. ¡COÑO! —gritaba yo amenazante.
El
otro con el mechero pegándole fuego al hilo, y a mi piel, claro. Mi hijo
tapándose los ojos y apartándose de la carnicería.
—
¡Jordi no me dejes solo, que estos canallas me quieren matar!
Por
fin, y tras una terrible experiencia, acabó con éxito la delicada operación.
Llagas
curadas, vaselina a punta pala, calcetines nuevos, zapatillas buenas colocadas
y móvil cargado.
Arreando
que es gerundio. A seguir en busca de otra meta.
Llegando
a Monistrol de Montserrat.
No
voy a entrar en detalles del resto de camino. Pero lo pasé realmente mal.
Cuanto más se acerca el final, más duro es.
Las
escaleras del último tramo, calculo que habrá unos 2000 o 3000 peldaños, lo
superé solo por la idea de que era un trabajo de fuerza espectacular. Gemelos,
cuádriceps, culamen, brazos. En fin, un buen ejercicio.
Y
al final, el Monasterio. Madre mía, que esfuerzo más inmenso. Qué horror, que fuego
tenía en los pies. El dolor que producía el caminar cojo por culpa de las
llagas, se convirtió en un calvario interminable. Jose María me animaba a parar
y descansar un poco, pero lo único que quería yo era acabar, llegar arriba y
darle un abrazo.
Y
así fue, por fin, después de casi 11 horas, con una calor exagerada,
habiéndonos bebido entre los dos, más de 6 litros de agua y con una pérdida de
peso de más de 3 kilos, yo solo claro, y unas llagas inolvidables, llegamos.
Cuando
nos abrazamos, el canalla me dijo sus pensamientos: «No hubiera apostado ni un
duro por ti. Para hacer una caminata así, uno necesita unos años de
preparación, y tu solo llevas unos meses. Y después de las llagas, pensé que te
retirarías. No conozco a nadie que haya sido capaz de algo así».
Pues
ya conoces a uno.
Gracias
Jose María, gracias por no perderte mucho, gracias por tus conversaciones
durante el camino, que se hizo realmente ameno, y sobre todo gracias por
haberme presentado este mundazo del senderismo.
Quizá
repita. Pero con unas buenas botas trekking.
Hola jordi!!!! Soy Jose Maria.
ResponderEliminarEres el tío mas fantástico que he conocido, como tu bien dices no apostaba no un duro ni céntimo ni nada por ti!!! He comentado con muchas amistades de mis caminos y todos piensan que es imposible que hayas realizado ese camino sin entreno previo! Osea que eres un fenómeno, te reto a otro... No te digo a cual... sera una sorpresa!!!
Espero que ya mismo te prepares un poquito, porque este sera todavía mas duro!!!!
UN SALUDO CRACK!
Solo hacen falta ganas para hacer las cosas, como comentamos por el camino, "todo está en la cabeza"...y físicamente ...estoy hecho un toro, tio, gracias a mis entrenamientos.
ResponderEliminarGracias por el piropo.
Un abrazo.