viernes, 23 de agosto de 2013

Caminata: Sabadell - Monasterio de Montserrat - 38 km en 10h30'. COMO ALGUIEN NO ME PARE, NO SE HASTA DONDE VOY A LLEGAR.

Ya tenía ganas desde hacía tiempo de hacer una gran caminata, pero de las que no se olvidan en mucho tiempo. Así que, le mando un correo a mi entrenador, pidiéndole permiso para desviarme del entreno y hacer alguna marcha, estos últimos días de vacaciones, para ayudar a perder los kilillos que he cogido, ya que en dos sábados tengo la de Matadepera 10k. Pero con una pequeña trampa, no le digo a donde voy. Porque no me hubiera dejado.

"Ea!!" llamo a mi amigo Jose María, enamorado hasta la médula del Camino de Santiago, (creo que entero lo ha hecho 4 veces y por tramos, varias veces por año, en los últimos 18, y más andaduras, duras duras) y le acepto la propuesta que me hizo hace 7 meses. «Cuando estés preparado, nos vamos a ir a andar 30 km».

No sabía, si realmente estaba preparado para algo así de bestia, pero desde luego, mentalmente, sí.

Quedamos antes de que despuntara el día. Yo, con mi mochila, en la que llevaba: 3 L de agua, un bocata de atún y otro de jamón dulce con pan integral, gorra, gafas de sol y un montón de mariconadas que no hicieron falta. Como una brújula, no se “pa ´qué”, si no la se usar, pero me hacía ilusión. Un frontal y un montón de pilas de recambio y mira por donde, había luna llena y se veía de maravilla. Tres paquetes de palitos de cangrejo, por comer algo suave al final. Si al final, lo único que quieres es, llegar, y de comer, si no te entra ni aire. La mochililla llena de cosas que molestaban más que se usaron. Y lo más importante, no lo llevé, una aguja e hilo para reventar las llagas, vaselina para la planta de los pies, un buen par de botas trekking, algo para cubrir el cuello del sol, una batería de repuesto para el móvil, unos buenos bastones que se me quedaron en la galería de casa, en vez del palo que me encontré por el camino. Lo que no me dejé, fue la ilusión y motivación. De eso iba "sobrao".

A las 10:00, ya habíamos hecho 17 km en 4 horas muy agradables, en las que Jose María, me contaba anécdotas la mar de encantadoras y curiosas.

El camino no está muy bien señalizado. Creo, que las señales de las rutas, las marcan los grupos de senderistas, o sea, voluntarios. Pues demasiado, ya que debería ser responsabilidad de la administración. ¿No quieren que luchemos contra el tabaco y la obesidad?, pues ponérnoslo fácil, unas buenas indicaciones para que no nos perdamos y alguno, aborrezca el salir a hacer senderismo. No fue nuestro caso, aunque, nos perdimos unas cuantas veces, y gracias a la experiencia de mi guía, me salvó de que se me indigestara, mi primera gran caminata. De todas formas, nos vimos obligados a andar durante 6 largos kilómetros por el arcén de la C-55. En "totá", que nos comimos a esa hora, uno de los bocadillos.

Me pasó como en las carreras de F1, no acerté con las ruedas y después del atragantamiento de asfalto, me salieron llagas en los dos pies. Se despertó un dolor en los tobillos por no andar bien. Las “joías” quemaban como si pisara una colilla de cigarro con el pie desnudo. Empecé a pensar que, seguramente, tendría que abandonar… ¿Abandonar? Me parece a mí que es muy pronto para empezar a retirarme. O sea, que no, que no me retiro. Aunque tenga que movilizar al SAMUR, a los del 112, o a un cirujano experto en curar llagas a pardillos como yo. A quien sea. Pero en vez de hacer tanto ruido, pongo en marcha a mi equipo de apoyo "logístico/sanitario", llamo a mi mujer y a Jordi Jr., para que preparen agujas, hilo, vaselina y el cargador del móvil, que ya lo tengo seco y las zapatillas de correr.

Quedamos en un restaurante de carretera, donde hicimos el avituallamiento cervecero, mientras llegaban. El mismo sitio que utilizamos para sala de curas. (Adjunto imágenes de la operación y el post operatorio, ATENCIÓN: ESTAS IMÁGENES, PUEDEN HERIR LA SENSIBILIDAD DEL LECTOR, POR LA CRUDEZA DE ELLAS). Avisados estáis.




  Primera cura de urgencias "in situ".


Ya en casa, ultra demolido.


Durante la terrible cura, Encarna, me pinchó la primera llaga, con el correspondiente pinchazo en la carne, (zona que no debería haber tocado).

—Déjame a mí que yo sé, que le estás haciendo daño. — Gritaba Jose María.

Mi hijo Jordi tapándose los ojos.

—Nooo, por favor, la carne Nooooo, solo la llaga. —Gritaba yo desesperado, tumbado desde un sucio banco que hacía de mesa de quirófano.

—Al atravesar la piel, tendríamos que dejar un trozo de hilo, que sirva de drenaje. — Les decía Jose María a los ayudantes, como si entendiera de que iba tal masacre.

—Y ahora, ¿cómo lo cortamos? —Asustado, con los puños prietos y debajo de su barbilla, como si así estuviera frenando la aguja, preguntaba Jordi Jr. preocupado por la salud de su padre.

—No estiréis del hilo, que tengo una navaja. ¡COÑO! —gritaba yo amenazante.

El otro con el mechero pegándole fuego al hilo, y a mi piel, claro. Mi hijo tapándose los ojos y apartándose de la carnicería.

— ¡Jordi no me dejes solo, que estos canallas me quieren matar!

Por fin, y tras una terrible experiencia, acabó con éxito la delicada operación.

Llagas curadas, vaselina a punta pala, calcetines nuevos, zapatillas buenas colocadas y móvil cargado.

Arreando que es gerundio. A seguir en busca de otra meta.




Llegando a Monistrol de Montserrat.


No voy a entrar en detalles del resto de camino. Pero lo pasé realmente mal. Cuanto más se acerca el final, más duro es.

Las escaleras del último tramo, calculo que habrá unos 2000 o 3000 peldaños, lo superé solo por la idea de que era un trabajo de fuerza espectacular. Gemelos, cuádriceps, culamen, brazos. En fin, un buen ejercicio.

Y al final, el Monasterio. Madre mía, que esfuerzo más inmenso. Qué horror, que fuego tenía en los pies. El dolor que producía el caminar cojo por culpa de las llagas, se convirtió en un calvario interminable. Jose María me animaba a parar y descansar un poco, pero lo único que quería yo era acabar, llegar arriba y darle un abrazo.

Y así fue, por fin, después de casi 11 horas, con una calor exagerada, habiéndonos bebido entre los dos, más de 6 litros de agua y con una pérdida de peso de más de 3 kilos, yo solo claro, y unas llagas inolvidables, llegamos.

Cuando nos abrazamos, el canalla me dijo sus pensamientos: «No hubiera apostado ni un duro por ti. Para hacer una caminata así, uno necesita unos años de preparación, y tu solo llevas unos meses. Y después de las llagas, pensé que te retirarías. No conozco a nadie que haya sido capaz de algo así».

Pues ya conoces a uno.

Gracias Jose María, gracias por no perderte mucho, gracias por tus conversaciones durante el camino, que se hizo realmente ameno, y sobre todo gracias por haberme presentado este mundazo del senderismo.

Quizá repita. Pero con unas buenas botas trekking.



2 comentarios:

  1. Hola jordi!!!! Soy Jose Maria.

    Eres el tío mas fantástico que he conocido, como tu bien dices no apostaba no un duro ni céntimo ni nada por ti!!! He comentado con muchas amistades de mis caminos y todos piensan que es imposible que hayas realizado ese camino sin entreno previo! Osea que eres un fenómeno, te reto a otro... No te digo a cual... sera una sorpresa!!!

    Espero que ya mismo te prepares un poquito, porque este sera todavía mas duro!!!!

    UN SALUDO CRACK!

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  2. Solo hacen falta ganas para hacer las cosas, como comentamos por el camino, "todo está en la cabeza"...y físicamente ...estoy hecho un toro, tio, gracias a mis entrenamientos.

    Gracias por el piropo.
    Un abrazo.

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