martes, 8 de enero de 2019

SETECIENTOS DOCE DÍAS SIN CORRER.

Setecientos doce días “712” sin correr. ¡¡¡SI SEÑOR!!!

Pero si alguien piensa que eso es triste, espera machote; Quince… kilos… de… más. Esto sí que es una “RRuina”, con 2 erres.

Eso es lo que me ha costado el accidente laboral que me tiene postrado en mi sofá, harto de series de Netflix. ¡¡Será posible!!

Se rindió mi deportista y triunfó mi “Seden”.

—OLE, OLE Y OLE… Lo sabía, je, je, je. Algún día teníamos que volver a fusionarnos entre los dos. Siempre te lo he dicho, me llevas dentro, pero, no muy a dentro como te pensabas. Solo estoy a ras de piel…Sílfide. Tuviste un sueño. Te duró 4 años justos, ni un día más y te dejé que lo disfrutaras. Punto pelota. Ahora vuelves a ser mío canalla. ¿A dónde pensabas que ibas? ¿Creías que estos meses de baja, los controlarías desde mi sofá? Mi dulce sofá… Zampaterrones. Ahora échale la culpa, al accidente, al médico, a la mala suerte, échasela… échasela a quien tú quieras fenómeno, que la culpa solo la tienes… “Yo”. Pasas, de 91 kilos a 108… y espérate “Luis”, que ya sabes lo que es tener 137 kilos en esas piernecitas tan fuertes, tan musculosas, perfiladas, esas piernas depiladas al natural…pero con varices.

—No tienes corazón solo eres…

— ¡Barriga! Eso es lo que somos, una gorda, tensa y hueca barriga para llenarla de…

— ¡BASTA! NO TE SOPORTO MÁS… FUERA DE MI VIDA.

Relajateeee, “Este”, está aquí solo para hundirte moralmente…pero está, eso es algo inevitable.

De momento he perdido. Pero he tenido tiempo de pensar por qué. Así que analicemos que me ha pasado, para recuperar estos kilos.

Bien, cuando comencé esta historia, la motivación era brutal, como dice mi hijo mayor, “Se te alinearon los planetas”, pero vamos… Hasta los exoplanetas de las afueras.

La pasión con la que empecé a hacer deporte, la forma en que obedecía a mi entrenador en todo, entrenos, dieta etc. Eso no tiene parangón.

Más tarde, cuando me estanqué en una cantidad de kilos, sobre los 113, conocí a mi dietista, Anabel Fernández, de Koa y seguimos con la motivación y una disciplina perseverante. De esa pasión salieron los 50 kilos de mi ser. Todo consistía en eliminar unos hábitos insalubres y meter otros sanos y saludables, pero...

Algo no hice bien.

—Pues muy simple…¡ser como eres!

No hacerle caso…

Tuve algún error y ahora, viendo desde fuera lo que he hecho, lo veo claro, tarde pero muy clarito.

Hagamos un examen de conciencia…bueno de la mía.

El hecho de cambiar hábitos no solo consiste en eso, cambiarlos, si no, respetar la parte más importante, mantenerlos. Las 2 veces que acudí a mi dietista, resulta que, no acabé las sesiones del todo. Cuando ya tenía el peso que quería o el que me parecía oportuno, dejaba de ir. Pero hay una parte que no conozco y es la vuelta a la normalidad después de un control dietético. Parecía que lo podía controlar, pero siempre me ha quedado una secuela de mi seden…Almorzar como almuerza un vikingo después de una victoria.

En todo este tiempo deportivo y de control, uno o dos días a la semana siempre almorzaba como o hacia antes. Buen bocata, vasito de vino...Mala huella.

—Vaso, vaso, déjate de miniaturizar…

Así que, primer fallo:

“NO CONSOLIDAR LOS HABITOS ADQUIRIDOS”.

Sigamos con el análisis.

Según mi dietista, los días de entreno eran diferentes en la alimentación, a un día de descanso. Evidentemente, si las calorías que se consumen corriendo 16 km, las compensas para poder llenar los depósitos, con una buena alimentación, los días que no hay entreno son muy diferentes. Por tanto, me quitaba parte de la merienda o disminuía algo los hidratos en la comida.

Para mí, todos los días eran iguales. Comía igual un día de entreno que subía 1700 escalones o que me hacia 12 cuestas con Sprint de 100 metros, que un día de Netflix o sesión de “Sofing”. ¡Craso error!

Segundo fallo:

“NO RESPETAR LOS PARAMETROS ALIMENTICIOS DE LOS ENTRENOS”.

Ver a alguien, como Kilian Jornet, que se permitía el lujo de comer chocolate, antes de un entreno, me hacía pensar que yo también podía hacerlo. El tal Kilian, el chocolate, se lo come en grandes cantidades, claro.

—No majete no, eso está para los elegidos y tu solo estas elegido para sufrir esas carencias caprichosas.

Así que empecé comiéndome un trocito de este placer por las noches, del puro, del 99%, un cuadradito.

—Pero colega…ja,ja,ja. Ponme un cuadradito delante de las narices, no la tableta entera. Es que me lo pones a “guevo”. Y encima no la escondes, pues “pa´ya” que voy yo.

Y evidentemente, no podía controlar al mierda este.

Tercer fallo:

“CREERME UN DIOS DEL CONTROL DE MIS COSTUMBRES”.

Llega el accidente.

Después de 4 años justos e intensos de entrenos, me encuentro en un momento delicado, ya que estaba un poco saturado de tanto entrenamiento ostentoso y perseverante, preparando la maratón de Barcelona y estrenando un nuevo trabajo, que me ocupaba 5 días de la semana, como a todo dios, claro. Creo que eso acaba con cualquiera que...

—Cualquiera como tú y yo, los demás lo aguantan, je, je, je.

—Sí, pero, creía ser como los demás, personas sin un tipo como tú, detrás de cada acción.

Así que entro en baja con los pilares algo deteriorados y con ganas de bajar un poco el ritmo.

Me tomo en un principio este accidente, como una oportunidad de descansar un poco. Es un paro obligado y que en un principio sería para muy poco tiempo.

Primero unos 10 días…más tarde algunas semanas…poco a poco se le veía el plumero a esta avería y las semanas se convirtieron en meses, que es lo que ocurre, cuando pasa el tiempo.

Al año, la desmotivación era tal, que pasé directamente a la desesperación. Y querer volver a hacer lo mismo que hacía, era un objetivo más que imposible, era lo último que debería proponerme.

Y tras 18 meses y con expectativas de una cronificación de esta lesión, he de asumir mi cuarto fallo:

“NO AFRONTAR LOS OBSTACULOS”.

Con eso me refiero a que, si tuve la oportunidad de correr durante 4 años y llegar a unos niveles de preparación física inimaginables, si ahora, o mejor dicho, durante estos 18 meses no he podido mantener esa preparación física con otro deporte…Lamentablemente, no era mi destino. Y me he querido aferrar a esa etapa de mi vida, como si fuera la salvación para dejar de ser gordo. Tenía que haberme preparado para este modo de vida. Quietecito en casa y sin caer en los caprichosos almuerzos, bajar la ingesta innecesaria de calorías y dejar pasar el tiempo para la posible, aunque ya lejana y difícil recuperación.

He estado mirando los mapas astronómicos y no se van a volver a alinear los planetas, solo habrá un triste eclipse lunar. No puedo pretender que los planetas me vuelvan a ayudar…Ni mi entrenador, ni mi dietista, ni mi familia, ni mis amigos…Esta vez estoy solo, solo con el gordo impetuoso y hambrón de este seden que llevo a ras de piel.

—No, si yo lo sabía, que esta vida de atleta que llevabas no la aguantarías mucho. Cuatro años a base de kilómetros, controlando que comes, que bebes, siguiendo en las RRSS, a runners de esos, dietistas “nutrinoseque”. Te has gastado en libros, zapatillas y mandangas deportivas lo que antes nos pulíamos en el bar…Machote. Eso tenía que llegar a su fin. Para eso estoy aquí hombre, “pa” joderte la vida y echarte una mano para volver al sofá.

—Quizás tengas razón... Que me tomara con mucho ímpetu la nueva vida, no te lo discuto. Y esto que estoy pasando espero tomármelo como una lección, una buena lección de cómo no olvidarte, de que siempre estás ahí, Seden. No lo voy a volver a olvidar.

Espero haber llegado a mi techo, que estos 108 kilos sean una mala pesadilla, larga como un día sin pan, o como una etapa del “Camino” sin albergues, pero una pesadilla.

Empiezo a andar otra vez, y ahora espero hacerlo acompañado de más gente.

Intentare crear un grupo de amigos para hacer caminatas, de momento somos unos cuantos familiares. Y espero que me sirva de motivación para emprender una nueva vida deportiva, más tranquila, pero igual de efectiva. Un grupo abierto a todo aquel que se quiera apuntar a pasar un par de horas de caminata y diversión.

—¿Habrá almuerzo?

—Seden…

—Dime Exsilfide.

— ¿Sabes cómo dicen en mi tierra? “Váyase usted a la mier…”


10 comentarios:

  1. Yo me apunto, aunque solo sea de forma simbólica desde la lejanía,

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  2. Yo siempre digo que todos tenemos nuestros demonios. Hay días en que uno no sabe cómo desprenderse de ellos.
    Si estás en un camino que te ayuda, pues bienvenido sea, mucho ánimo en cada nueva etapa y un abrazo.

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    1. Cuesta darle la espalda, si. Gracias por el comentario.

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. Pufff Jordi... Me has hecho llorar.
    Sabes que estoy pasando una de las peores etapas de mi vida, por no decir la peor, pero me gustaría poder darte ánimos, aunque creo que soy la peor animadora que puedas encontrar. Un domingo, no sé cuándo, me gustaría pasar por donde tú sabes y daros un gran abrazo. Mucha fuerza Jordi, para mí siempre serás un CAMPEON!

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    1. Con solo dedicar una parte de tu tiempo leyendo esto, con todo lo tuyo, ya estoy más que animado. Gracias Lola, por tu apoyo y te ofrezco mi apoyo para que levantes cabeza. Te deseo lo mejor guapísima.

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  6. Muy bueno!!! No hay mejor para salir a flote que ser autocrítico con los errores cometidos aunque sea con humor (mejor)!!! Si se conocen los fallos es más fácil corregirlos. Seguro que serás capaz, igual que lo hiciste años atrá. Suerte en el intento. Ya sabes que puedes contar conmigo para lo que necesites. Un abrazo!!!

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  7. Con solo saber que estarás ahí ya me planteo muchos objetivos, Míster.
    Saludos ídolo!!

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