Hola maratón. Ya me conoces, hace 4 meses, el 18 de
octubre. Nos conocimos en Ámsterdam por primera vez. Aunque para ti fui uno
más, me costó mucho llegar a tu lado, tanto que no pensaba que volviera a caer
en tus fuertes dulces y salvajes brazos.
No tenía ni idea antes de la preparación, 3 meses
antes, de lo mucho que me costaría entrenarme para conocerte, pero al final
conseguí con mucho esfuerzo y dedicación, entrenarme para ese día tan ansiado.
No pienses
que tengo buen recuerdo de nuestro primer encuentro, para nada. Solo de
acordarme se me ponen los cordones de punta. Pero hete aquí que vuelvo a las
andadas y correrías, y me vuelvo a enfrentar a otra preparación para volverte a
ver.
Aunque, ya sabes que no fue la primera vez que intente
contactar contigo, ya lo sabes ya, que para Barcelona 2015 lo intente, ya creo
que lo intente. Pero eres muy difícil de acceder. Eres muy alta, estas muy
lejos, y hay muchos obstáculos entre tú y yo, para llegar a disfrutar de tu
compañía durante 42km. Lo intente… Lo intente como solo lo sabemos, mi familia,
mis entrenadores y yo. Y al final en uno de los obstáculos de los muchos y
distintos que hay me tropecé. La lesión.
Hay más obstáculos. La falta de preparación, la falta
de motivación, la mala alimentación, el no llegar al día de la cita con buenas
sensaciones o plenamente descansado. Como me paso en mi primera maratón
terminada. Exceso de ilusión, exceso de corazón exceso de insensatez. Estos 3
motivos fueron los causantes de la mala experiencia. Cansado del viaje hacia
Ámsterdam. En coche y durmiendo en él, de camping en camping y después de casi
3000 km dando vueltas por Europa para aprovechar el viaje. ¡Que iluso! De ahí
que no tenga buenos recuerdos de los últimos 17 kilómetros. ¿Te acuerdas
verdad? Que mal lo pase, como te reíste de mí. Supongo que pensaste:” La
próxima vez me tendrás más respeto”.
Vale, tomé buena nota.
Pues no tuve
bastante que ahora quiero volver a verte, si, otra incomprensible vez, por
tercera ocasión me pongo a preparar una maratón. Y como no podía ser de otra
manera, la visita que me debes, en Barcelona. Otra vez entrenar, otra vez
vigilar la dieta. Entrenos con series, rodajes largos, fartleks, subir
escaleras... cuestas. Y como siempre con algún fallo por medio. Como esta vez, falta
de entusiasmo.
Dicen por ahí, por la red, que antes de correr otra
maratón tu mente tiene que haber olvidado la anterior para no recordar a que
nos enfrentamos. Pero dímelo tú. ¿Qué tiene escondido entre tus kilómetros, en
la salida, entre cada uno de tus avituallamientos, a 500 metros de la meta,
donde esta ese canto de sirenas que me arrastra hacia ti, que tienes que
enamoras, que es eso que hay en ti que no me deja ser un humilde corredor de
ciudad en carreras de 5km? ¿Qué te he hecho yo para merecer esto?
Llevo más de 1.200 kilómetros entrenando desde el mes
de agosto, pasando por encima de unas navidades, con todos sus excesos y
aberraciones alimentarias. Mi otro yo, el de antes, “el gordo”, como me llamaba
mi madre en los momentos delirantes de su enfermedad mental, “ése” ha salido en
su más grande faceta grotesca y me hace coger 4 kilos de grasa pegajosa o
tejido adiposo que diría el yo de hoy. Pero ahí estás tú achuchando para
insistir en ir a verte. Has conseguido que vuelva a ir a visitar a mi dietista,
me ha costado recuperar la motivación, cosa que sabemos muy pocos. Pero al
final lo he conseguido, estoy motivado, entrenado, adelgazado y casi preparado
para volver a caer en tus brazos al llegar a meta.
Quedan 3 semanas de entrenos y 2 o 3 kilos más que
escupir de mi anatomía.
Solo me falta un pequeño detalle, perder el miedo a no
llegar a kilómetro 42,190.
Porque
podría pasar que llegar al 25 y venirme abajo, como estoy en Barcelona en
cualquier punto hay un metro que me llevará de vuelta a casa. O en el 30, antes
de ver el muro, al que no quiero conocer. O lo que sería peor, cerca del 38, a
puertas del punto de no retorno, porque después del 40… como me voy a parar,
aunque me duela hasta el envoltorio del último gel que me tome, no me retiro.
Ese miedo aun lo tengo, porque todavía tengo el recuerdo de hace 123 días,
5:04:21 corriendo y desde el km 25 sufriendo. Esa maravillosa agonía no se
olvida tan fácilmente. Ese es el miedo que me impide tomar la decisión final.
No me atrevo, me falta un pequeño empujón de confianza. Y lo busco, busco la
forma de perderle, inteeeeeento perder ese traidor miedo, pero aún no tengo la
solución.
Quedan pocos días para poder ponerme en la cola de tu
lista de enamorados, espero y deseo afrontar esa fobia y dejarla atrás.
La preparación ya la tengo, te aviso, como lo
consiga... Bueno, no te vas a reír más de mí, me vas a aplaudir.
Un enamorado más.
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