martes, 15 de marzo de 2016

ZURICH MARATO BARCELONA 2016. ¡Encontré mi Mayor Triunfo!

¡Soy la persona con más suerte del mundo!

No me puedo creer lo que he vivido esta mañana de domingo, una estupenda mañana, para correr una maratón. Emociones   indescriptibles, aunque intentaré explicarlas. Momentos inolvidables y sensaciones físicas como nunca.

No me puedo creer lo que he conseguido en 3 años. No puedo pedir más.

Pero vamos poco a poco y empecemos desde el principio.

Cuando yo era chiquitito corría mucho…Bueno demos un pequeño salto, que deje de correr. Ya estamos en el año 2013… 135 kilos y subiendo… Demos otro saltito, que eso ya lo tengo muy explotado… Año 2016… 50 kilos menos… ¡Guao! Si, parece mentira, pero real como la maratón que me he mamado hoy. Se dice pronto, pero ha costado 3 años y un par de meses conseguir semejante logro. CINCUENTA KILOS.

Como lo he conseguido, a lo largo de estas historias contadas desde la pasión, está más que explicado. Pero en definitiva y no me cansaré de repetirlo, cambiando hábitos poco a poco y buscar un deporte que te aporte emociones y alegrías. Y desde luego, aconsejado por un profesional y si es a nivel personalizado, perfecto.

Y qué mejor forma, de celebrar ese cambio brutal en mi vida, que preparando una maratón. Mi máximo reto. Aunque el reto real es, la preparación. Porque la carrera no es lo más difícil. Lo difícil es la constancia, la dedicación, el esfuerzo, los días que me hubiera quedado en el sofá después de trabajar. Esas tiradas largas de hasta 29 km en solitario. Porque, amigos para ir a pegarnos un almuerzo, tengo hasta lista de espera. Pero para acompañarme a correr durante 3 horas y pico… Joer no sé dónde se meten.

Momentos de bajón, que solo se superan apoyándote en quien cree en ti, o en un simple correo de mi entrenador, dándome la bronca por que se huele que estoy flaqueando y me da un toque de atención.

Cuidar la alimentación e hidratación para conseguir unos entrenos perfectos, es lo más importante. Puedes ir a correr para mantenerte en forma todos los días, o dos días en semana. Eso es genial, pero si exiges a tu cuerpo que dé el máximo, solo se consigue si te impones unas pautas sanas fijas y bien argumentadas, a ser posible, por unos buenos profesionales, como ocurre en mi caso.

Tengo callos en las yemas de los dedos de agradecer a mi entrenador lo mucho que me ha enseñado, pero aun tendría que quedarme sin uñas y seguiría escribiendo lo mucho que le debo. En cada correo que le envío con el informe diario de entreno me pega la bronca, si no a la entrada a la salida. Por supuesto, porque no hago las cosas 100% como él me manda. Y de ahí parte de mi constancia. Eso te obliga a cumplir el máximo que se pueda en los entrenos. No dejes nunca de regañarme “Míster”.

Y una buena dietista como es la mía no me deja margen de error en la alimentación, para eliminar esos kilos que tengo de más. Ella, Anabel Fernández de KOA, es la responsable de poder acabar de rematar esos últimos 7 kilos (de momento) para llegar a perder los 50 grasos que me han acompañado tantos años.

Pero, paso a explicar cómo me ha ido la maratón de Barcelona 2016.

Me gustaría ser modesto y breve…Pero me parece que voy a pecar de Narcisista en esta crónica. Y no voy a tirar de poda, porque no tiene desperdicio la mañana vivida. Va a ser una lectura larga, como una maratón.

Voy a presentar a Salva.  Amigo desde que uno hecha el conocimiento justo, para pasar el día y se junta con la irresponsabilidad de la pubertad, dando un resultado de unas juergas increíbles, más allá de poderlas recordar y en algunos casos, ni quererlas recordar. Mucho tiempo, sí.

A parte de un forofo de la Mountain bike en su segunda pubertad, allá por los 30 y tantos, fue monitor de Spinning, menudas patas tiene ahora a los 50. Y mire por donde Luis Candelas, que me quiere acompañar en bici y hacer el seguimiento de mi maratón. Mi entrenador también estaría por allí animando, ya que corremos 3 o 4 de sus discípulos. Pero cada uno a su propio ritmo. Con lo que el pobre va a ir toda la mañana de culo. Está acostumbrado y como está enamorado de su “hobby”, que es enseñar lo que mejor sabe hacer, pues que aprete los pedales;)

Así que sin más dilación me plantaré al momento de la salida. El cajón de los de más de 4 horas y con intención de hacer 4h45’. Por lo menos ese era el plan de entrenamiento.

¿Por qué pondrán en las salidas canciones tan emotivas? Es que, uno que está sensible, escuchar antes de salir a la Caballé y al Mercury cantar “Barcelona”, hace que se te ponga la piel de pollo, los ojos llorosos, el cuello anudado, el corazón se debilita, la barbilla temblorosa y entonces vibras lo que no te imaginas.

Salida controlando lo que he estudiado, leído, escuchado, visualizado en videos, lo que me han aconsejado muchísimas veces, un ritmo suave y continuo, porque los primeros 7 km pican un poco para arriba. Pero será la emoción, o la preparación, o ambas cosas, porque no noto nada esa subidilla. Aun así, el ritmo suave. Salva, que yo no sabía hasta qué punto estaría a la altura de hacer un buen seguimiento, me sorprende con un primer encuentro en el km 4, Numancia. Mi primera emoción en carrera. Ya no me perdió de vista en prácticamente todo el trayecto.

Seguimos a ritmo suave. ¡Y en el km 6, tacatá! Sorpresón, mi amigo, mi compañero de trabajo, mi seguidor más fervoroso, Xavi. “Collons nano, que em vas emocionar de veritat. Savia que estaves per alli, però amb la concentració del ritme anava a la meva bola, i em va fer molta il·lusió tenir-te una estona al meu costat. Espero de debo que l'objectiu que t’has proposat, seguexi endavant i puguem fer moltes excursions junts. Moltes gràcies per estar sempre al meu costat donant-me ànims”. ¡SELFIE!

 

 

 

Y seguimos “pa lante” y llegamos Campo del Barça, ¡qué grande!

Km 7, creo. Siguiente sorpresa. El MISTER. Sorpresas continuas ya que Barna es muy grande, el recorrido muy largo y 20200 corredores con una infinidad de animadores, ¿cómo me puedo encontrar con todos ellos? Pues ahí está. Y claro, ¡cómo no me va a regañar! — “Oye, ¿no vas muy deprisa?” — Me dice. ¡Po zí! Pero voy bien. —“Vale, regula que te queda mucho. Nos vemos en el 14”. ¡Claro, como tú vas en bici! Pienso para mí, Así que, tiro “pa lante” y le dejo.

Voy muy bien, el ritmo continuo, relajado, el ambiente monstruoso de bueno. ¡Me adelantan una pareja de recién casados! Increíble, con sus correspondientes trajes de novios. Poca fuerza les va a quedar para esta noche, ilusos.

A lo largo del camino tengo a mi lado a Salva. Continuamente lo voy viendo. Que seguimiento chaval, como mola tenerte ahí al lado.

Km 16, estamos llegando a la Sagrada Familia… Me da vergüenza reconocerlo, pero no he estado nunca aquí. Maldita sea, tengo que venir a visitarla, no tengo perdón. Reduzco la marcha y disfruto de las vistas, por si acaso sigo siendo un inculto de lo culto y me oculto de lo cultural y sigo sin visitarla. Pero prometo llevar a Encarni a la Sagrada Familia, al Camp Nou y a todos los monumentos que me encuentre por el camino. ¡Palabra de runner!

Nos aproximamos al km 20, meridiana, 4,5 km entre subir y bajar. Al bajar completamos la media maratón. Vuelvo a ver a mis seguidores, nunca mejor dicho. Me sale una media maratón bastante buena. 2:13:49.

Empiezo a ver corredor@s con problemas serios de ambulancia. Estoy tranquilo, ya que mi ritmo no es muy alto y mis pulsaciones, sobre 130 no me tienen que preocupar. No es que yo sea el más indicado para dar consejos, pues mi experiencia en correr es corta. Pero ya que te apuntas a una maratón tienes que saber que son 42 km y el pico, que, si no estás bien entrenado, no la hagas. Pero lo inadmisible, es si no estás preparado, encima te sobre esfuerces. Acabemos.

El km 25 es el crítico, ya que nos estamos aproximando a mi máxima distancia recorrida en entrenamientos, 29 km y tengo que seguir regulando, si no de lo contrario a partir del 30 conoceré a un tal señor del mazo, “mu” malo él.

Y Salva, continuamente a mi lado apoyándome, recordándome que beba y que me regule.

Tengo que decir que la dieta que he seguido los 4 días anteriores a la maratón, son las idóneas para estos esfuerzos. Indicaciones, cantidades + la hidratación perfecta, todo dirigido por mi dietista y corroborado por mi entrenador. Si es que tengo una suerte bárbara. Solo tengo problemas intestinales, insignificantes debido al isotónico que dan en carrera, que no me va muy bien. Pero lo que no arregla un masajito abdominal lo arregla un pedo. (Perdón).

Así que, mi única preocupación, es a partir del km 30. Pero, me siento tan bien, que incluso el dolor de los dedos de los pies, que se me durmieron en el km 8, ni lo noto. Poco a poco y controlando el ritmo, me voy comiendo kilómetros y agua y geles, uno cada hora y el azulado isotónico indigesto. Y venga voluntarios. Madre mía la cantidad de gente ayudándonos a superar este reto.

Y aparece Fernando por mi izquierda, chillándome que de ahí no me mueva. Le veo muy contento y optimista. Creo que ha perdido el miedo a que voy muy deprisa, ya que empieza a decirme que no baje el ritmo, que mantenga esa fuerza. Y entonces, me doy cuenta... No quiere que me mueva de esa posición, ya que tengo a pocos metros por detrás de mí, las liebres de las 4h30. ¡OSTIA! (Lo escribo en mayúsculas y tengo que decir que le he pegado hasta demasiado fuerte a las teclas, como si quisiera resaltarlas aún más). No había pensado en ningún momento en hacer ninguna marca, aunque días atrás me hacía ilusión, intentar acercarme a las 4h30’’. En ese mismo momento, decido apretar los dientes y concentrarme aún más en el ritmo. Dejo de hablar con Salva, como hacía de vez en cuando y me propongo bajar de las 4 horas y media.

Tal es el ritmo que cojo a partir del 30, que ni me doy cuenta de que estoy en el límite de mis miedos. Aviso por el grupo de Wapshapp que creé el día antes para mis seguidores, amigos y familia que estoy en el 30. Cada 5 km indicaba donde estaba y como me sentía. Así que es el último aviso que grabo. No vuelvo a decir nada más hasta llegar a meta.

 

 

 

Para colmo de alegrías, si es que soy un tío con suerte, me encuentran al mismo tiempo Salva y Fernando, hago las presentaciones y se dan cuenta que voy muy bien, ya que he aumentado el ritmo de carrera, tanto, que hasta las indicaciones que tenían para saber en todo momento donde estaba, se les han desmontado. El grupo de liebres quedó muy atrás, el tipo que vestía igual que yo lo adelanté, la chica guapa que no sé qué... Igual. A sí que los parámetros de referencia han cambiado totalmente y les tenía completamente perdidos.

El míster echando cuentas…” Que si sigues así bajas de 4:30. Que si aprietas, aun bajas de 4:25. Que si mantengo ese ritmo…” ¿Pues no iba muy deprisa?  ¿No tenías miedo de que petara? Ja, ja, ja. La cosa ha cambiado, ¿eh? Empiezo a venirme arriba. El miedo al muro ha desaparecido ya que noto que voy estupendamente. Las piernas vuelan solas, mi cuerpo no pesa y mi mente está más fuerte que nunca. Lo tengo clarísimo, los últimos 10 kilómetros los voy a disfrutar de lo lindo. ¡Voy a por todas! Si no doy el 100%, ¿para que me alisto a una maratón? ¡Aquí estoy “pa” petarlo!… Madre mía voy a romper las teclas del teclado jojojojoj.

Os he dicho que soy un tío con suerte. Pues espera y verás Baldomero.

Por el km 34 o 35 le digo a mis Sherpas motorizados que, en el avituallamiento del 38, en la Catedral, que me busquen a un tal Santi Quero. Excombatiente conmigo en el colegio de los Salesianos, hace 35 años. No nos hemos vuelto a ver desde entonces y mira por donde, descubro a través del Face, que es corredor y este día, voluntario en este punto.

Pero Fernando me dice que, está a punto de irse, tiene fiesta de cumple y no sabe si le dará tiempo de seguirme más rato.

Así que sigo dirección “pa lante” y me voy acercando con ganas al 38.

¡Madreee! El tramo de Arco de Triunfo. La gente a los lados se agolpaba hacia nosotros haciendo un pasillo estrecho en el que nos sentíamos realmente arropados. Al llegar al Arco, no me da otra idea, que levantar los brazos. La música, los animadores, los gritos, Fernando por un lado con una sonrisa de oreja a oreja, el Salva por otro. ¡Diossss que tramo! Hubiera dado la vuelta al Parque de la Ciudadela para volver a pasar por allí.

Ahora empieza lo bueno.

Y llego al 38. Montón de voluntarios, no me fijo ni en la catedral, solo busco con todos mis sentidos a Quero. Leche, y a la primera, pumba. El tío, con las manos llenas de botellas de agua animando a todo el mundo. Extiendo los brazos y enseguida me reconoce. Nos fundimos en un abrazo.  No me imaginaba la ilusión que me haría el verte Santi, me quede sin fuerzas para decirte nada, pero te solté un besazo que creo te lo dije todo. Coño voy a romper el teclado de verdad.

Muy contento.

Los dos correcaminos habían desaparecido. Pero pronto volvieron a acecharme.

Los kilómetros siguientes, concentración, ritmo, agua, isotónico, ya no me dolía la barriga.

Buscando el mayor triunfo.

Me vuelven a encontrar y vuelven a ver el ritmo que llevo. De volar.

Pasamos colon y sé que llega lo más difícil. Lo he visto en un montón de videos, lo he leído en un montón de crónicas. Me lo han avisado un montón de corredores. El Paral-lel, es lo más duro, sobre todo los últimos 700 metros, antes de llegar a la curva definitiva de meta.

Pero lo que no me imaginaba era la gente. Que bárbaro. Se me hicieron, los 2 kilómetros y pico super cortos, me hubiera gustado que hubiera tenido, 5 km por lo menos. Desde antes de Colon y hasta el Paral-lel, Fernando y Salva dándome apoyo, informándome de todos los tramos de subida que me quedaban. Diciéndome en todo momento lo que venía a continuación. Así, que, al llegar al temido tramo, lo tenía “mamao”, y para más Inri, la gente gritando mi nombre continuamente. ¿Subida? Donde estaba la subida si se me hizo corto y suave. Salva se había desprendido del seguimiento para ver si podía verme entrar a meta. Fernando a mi lado hasta arriba del Paral-lel. Y en su cara veía la ilusión de verme triunfar. Y llegamos a la curva final. Me despido de mi entrenador con un plas plas de manos, “¡Míster los del cumple!” Y sigo solo hasta el final.

195 metros a tope. Lo estoy dando todo. Las piernas me van a estallar, el pulso, al llegar abajo del paralelo, lo tenía a 151 y supongo que a esas alturas rozando mi límite de FC. El jadeo se hace casi insoportable ya que se me junta la emoción con el esfuerzo y me falta el aire. No puedo respirar bien, tengo que intentar no llorar para poder rematar la faena y llegar entero. Voy grabando con el móvil, no me quiero perder ese momento los días siguientes, solo me quedan 50 metros y la alegría es tal, que no me queda otra que llorar y ahogarme a la vez. Si me desmayo ya respiraré con normalidad. Últimos metros y aprieto los dientes, las piernas y los puños, el pulso a 170.

Llegué.

La sensación de los últimos segundos, después de 3 años entrenando, 3 años a dieta, 3 años en los que he perdido lo que pesa un tío delgado, 3 años de alegrías, esfuerzos, hundimientos morales, esa sensación a pie de meta, solo lo puedo explicar desde el corazón. No tengo palabras para expresarlo, solo sensaciones que no puedo plasmar aquí. Pero intenta ayudarme imaginándote por un momento que estas en mi pellejo y que eres tú el que ha disfrutado de esta maratón, que es tu Mayor Triunfo y así, solo así, podrás entender lo mucho que he disfrutado de este reto. O mejor. Os pongo el video de llegada al final de la crónica.

Si has llegado hasta este punto de la lectura, aparte de tener mucho valor, seguro que hasta te habrás calentado para hacer algo así. Bien, pues no te voy a desanimar, pero usa la cabeza y no las piernas. Profesionales, rodéate de profesionales.

Ésta ha sido, sin lugar a duda, la mejor experiencia que he tenido hasta el momento, en el mundo en el que me muevo ahora. Ha habido muchas carreras y retos increíbles a lo largo de este tiempo. Pero, elaborado tan armoniosamente, ejecutado con tanta exactitud y acompañado de todos los que me han seguido estos días, desde luego éste, ha sido el mejor.

Esta maratón, entera, desde la salida con la música de “Barcelona”, hasta el último centímetro que he corrido por esta ciudad tan espectacular como es Barcelona, se la dedico a mi mujer Encarni y mis dos hijos Jordi y Sergio, que por el trabajo que nos ocupa no han podido disfrutar de ella en directo. Gracias, chicos, hoy no hubiera corrido sin vuestra ayuda.







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